Reflexiones Cristianas – Cargas Que Elevan

Reflexiones Cristianas – Cargas que elevan

«… Soporte las aflicciones…» (2 Timoteo 4:5).

Según una antigua fábula, el reloj del abuelo permaneció durante tres generaciones en el mismo lugar, marcando fielmente los minutos, las horas y los días. Tenían una enorme pesa que debía colocarse arriba cada cierto tiempo para que el reloj funcionara. «¡Pobre!. Pensó un nuevo propietario-, ¡Tan viejo y con esta carga tan pesada!» y le quitó la pesa juntamente con su cadena. Al instante, el reloj se paró- «¿Por qué me has quitado la pesa?», preguntó el reloj y el hombre contesto: «Sólo quería aliviar tu carga». «Por favor colócala de nuevo; es la que me hace andar».-Dijo el reloj-.

La enseñanza de esta fábula es que las grandes cargas y sufrimientos de la vida, son los que nos hacen andar en el camino de la responsabilidad y de la voluntad de Dios. De la misma manera que esos relojes necesitan de las pesas para poder funcionar, el hombre necesita la aflicción. Aquellos que eluden cargas, que no asumen responsabilidades, que le huyen a las dificultades, son como relojes sin potencia que los mueva. No «caminan». Son vidas inútiles, estériles para crear. Si aceptamos y encaramos resueltamente los problemas y los sufrimientos de la vida, éstos fortalecerán maravillosamente nuestro carácter y nos hará más aptos para vivir y para servir.

Refiere otra leyenda que en el principio las aves no estaban destinadas para volar sino para caminar como los demás animales de dos patas. Entonces Dios hizo las alas y las puso delante de ellos, diciéndoles, «Venid, tomad estas cargas y llevadlas». Los pájaros tenían un plumaje muy hermoso y sus voces eran melodiosas. Podían cantar, y sus plumas brillaban en la claridad del sol, pero no podían remontarse en el aire. Al principio, ellos vacilaron cuando se les mandó tomar las cargas que habían junto a sus pies pero pronto obedecieron y cogiendo las cargas con sus picos las colocaron en sus espaldas para llevarlas.

Durante un poco de tiempo, la carga parecía pesada y dura de llevar hasta que un día una de ellas fue a dar un salto y descubrió que lo que parecía una carga no era sino un instrumento para hacer más ágiles sus movimientos y lograr el equilibrio. La siguió usando y cuando menos lo esperaba salió volando con sus alas. A ésta la imitaron otras hasta que al fin estuvieron de acuerdo en que estas cargas no eran un estorbo sino un medio para acortar distancias y escalar las alturas.

Es una parábola. Nosotros somos los pájaros sin alas y nuestros deberes, tareas, y padecimientos son las alas que Dios nos ha dado para elevarnos hacia el cielo. Miramos a nuestras dificultades y pesadas cargas y nos asustan, pero cuando las levantamos y atamos sobre nuestras espaldas, se convierten en alas y con ellas nos levantamos y remontamos hacia Dios. El hombre actual ha perdido, no la capacidad de sufrir que ésta es inseparable a su condición animal, sino la noble y alta voluntad de sufrir, que es típica de la jerarquía humana. Ha perdido la fe en todo aquello que puede convertir el sufrimiento en una ofrenda necesaria y fecunda.

El hombre actual, en su inmensa mayoría, no cree en Dios ni en sí mismo, que es otra forma de creer en Dios. Y por ello ha perdido esa aptitud maravillosa de convertir el dolor en fuente de paz y de progreso interior y de paso, de progreso material. La adversidad hace que algunos hombres sean derribados, mientras que a otros los hace superar lo mejor. ¿Qué hay cargas? ¡Es verdad!

¿Quién negará que a un ave, cortándole las alas, pesará menos?. Las alas son una carga, ciertamente. ¡Pero es mediante ellas que el ave puede volar!. Si le quitamos las alas a un ave le haremos miserable. No existe carga, que si la llevamos con alegría y con amor en nuestros corazones no se convierta en una bendición para nosotros. Dios dice que nuestras penas son nuestras ayudadoras. Rehusar el reclinar nuestras espaldas para recibir una carga, es rechazar una nueva oportunidad para progresar. Bendita es, pues, cualquier carga, por abrumadora que sea, que Dios en su infinita misericordia ha fijado con sus propias manos en nuestras espaldas.

Para reflexionar en familia:

1. ¿Quiénes cree usted están observando sus reacciones ante el sufrimiento y que impresión cree que están recibiendo?.

2. ¿Piensa que esos testigos están siendo edificados con su respuesta ante la aflicción, que su ejemplo es para ellos como el mensaje que David le dio a su hijo en 1 Crónicas 28:20?.

Véase también 2 Timoteo 2:1. «Le viene bien al hombre un poco de oposición. Las cometas se levantan contra el viento, no a favor de él».

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