LA CAPACIDAD DE SUFRIMIENTO DEL SER HUMANO

La capacidad de sufrimiento del ser humano

«Tener amor es sufrirlo todo, creerlo todo, esperarlo todo, soportarlo todo» (1 Corintios 13:7).

La capacidad de sufrimiento del hombre parece ilimitada. Al menos cabe afirmar, con fundamento, que nadie es capaz de prever hasta donde podría soportar el dolor o las privaciones. Nada le sucede al hombre que su naturaleza no esté preparada para soportar.

Un hombre había creído siempre que contaba con la fortaleza necesaria para sobrellevar cualquier mal que le impusiera la vida, salvo uno: La ceguera. Al traspasar la línea de los 60 años empezó a perder la vista. Cuando la oscuridad lo envolvió del todo, decía: «Descubrí que era capaz de aceptar la pérdida de la vista como la de cualquiera otra cosa. Si perdiera todos mis cinco sentidos, sé que podría seguir viviendo dentro de mí mismo, porque es el espíritu el que ve y es en el espíritu donde vivimos.

Un gran pensamiento: «Los pechos resisten más las cargas que las espaldas». Es increíble la capacidad de sufrimiento del ser humano. Podemos sufrir mucho más de lo que creemos tolerar.

La frontera de las resistencia humana siempre tiene otro horizonte detrás. Hay grandes reservas de valor encerradas en su alma. Cualquier reserva de fuerza y esperanza que haya en su profundidad interior aflorará cuando el dolor inevitablemente invada su vida. Cuando descubra sus propias limitaciones, llega a ser apto para descubrir la absoluta suficiencia de Dios. Todos hemos pasado por horas de angustia y las hemos superado, respirando con alivio al final de la tortura a que nos han sometido las circunstancias. Hemos tenido horas negras y siempre hemos saludado con alegría, como despertando a una nueva vida, la llegada de la paz a nuestro espíritu. Y saber que si antes de que pasáramos por ese trance traumático, nos hubiesen profetizado en detalle lo que había de ocurrir, nos hubiéramos desesperado y de antemano nos habríamos creído incapaces de resistir lo que nos esperaba y en nuestro desasosiego hasta habríamos pensado seriamente en el suicidio. Pero, después de pasado el mal, no sólo sentimos el alivio de la mejora experimentada por nuestra situación en la vida, sino que tenemos la impresión cierta de que somos más fuertes, en el sentido de que, de presentarse otra vez la desgracia, el hecho de haber sido «fogueados» por ésta, nos haría soportar con mayor entereza de ánimo considerándola de antemano sólo como una caída o un tropiezo y pensado, además, que aparte de la muerte, no hay caída de la que no podamos levantarnos.

Cuando le preguntaron a un hombre que manejaba un ascensor de carga, a quien le habían amputado la mano izquierda por la muñeca, si no echaba de menos la mano que le faltaba, dijo:»No, solo me acuerdo de ella cuando quiero enhebrar una aguja. Logré salir de ese golpe devastador porque descubrí que en mi interior se había llegado a formar una cualidad de rehabilitación». ¡Bien dicho!

Por muchas cosas que le hayan ocurrido a una persona, el individuo sigue teniendo en su interior enormes áreas no dañadas aún. Y la naturaleza, igual que sucede cuando uno sufre una herida que inmediatamente se inicia el proceso de cicatrización, siempre trata de reparar, de modo que no se deprima, y desde luego jamás se decepcione, cuando sufra un golpe. Es admirable cuán pronto aceptamos cualquier situación que sobrevenga y nos acomodamos a ella, si es inevitable. También en nuestro corazón, por más larga y oscura que sea la noche, el sol vuelve siempre a brillar.

Para reflexionar en familia

1. ¿Le ha servido de algo, en medio de un sufrimiento, desesperarse, murmurar o culpar a alguien?

2. Si ha probado «echar toda su ansiedad sobre el Señor», ¿cuál ha sido su experiencia?

3. Una terapia valiosísima para tiempos de angustia es la que se nos revela en 1 Samuel 1:15. Producto de esa actitud es lo que vemos en 1 Samuel 1:26-28. «No es una desdicha ser ciego sino ser incapaz de soportar la ceguera»

Ps. Diego Arbeláez

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí