Mi vida con Dios es muy emocionante.
Cuando yo tenía el control, yo sabía a dónde iba. Era un tanto aburrido, pero predecible. Era la distancia más corta entre dos puntos.
Pero cuando Él tomó el liderazgo, Él conocía otros caminos, caminos diferentes, hermosos, por las montañas, a través de lugares con paisajes, velocidades increíbles. Lo único que podía hacer era sostenerme; aunque pareciera una locura, Él sólo me decía: «¡Pedalea!»
Me preocupaba y ansiosamente le preguntaba,
«¿A dónde me llevasí» Él sólo sonreía y no me contestaba, así que comencé a confiar en Él.
Me olvidé de mi aburrida vida y comencé una aventura, y cuando yo decía «estoy asustado».
Él se inclinaba un poco para atrás y tocaba mi mano.
Él me llevó a conocer gente con dones, dones de sanidad y aceptación, de gozo. Ellos me dieron esos dones para llevarlos en mi viaje; nuestro viaje, de Dios y mío.
Y allá íbamos otra vez. Él me dijo: «Comparte estos dones, dalos a la gente, son sobrepeso, mucho peso extra». Y así lo hice… a la gente que conocimos, encontré que en el dar yo recibía y mi carga era ligera.
Él sabía como doblar para dar vueltas cerradas, brincar para librar obstáculos llenos de piedras, inclusive volar para evitar horribles caminos.
Y ahora estoy aprendiendo a callar y pedalear por los más extraños lugares. Estoy aprendiendo a disfrutar de la vista y de la suave brisa en mi cara y sobre todo de la increíble y deliciosa compañía de mi Dios.
Y cuando estoy seguro que ya no
puedo más, Él sólo sonríe y me dice: «¡Pedalea!
¿Te gustó este artículo?
Suscríbete a nuestro canal de YouTube para ver videos sobre temas bíblicos.
Visita nuestros cursos bíblicos.
Se miembro de nuestro ministerio y obten todos los recursos.