Que Nunca Falte La Esperanza En Tu Vida

“Porque tú, oh Señor Jehová, eres mi esperanza, Seguridad mía desde mi juventud” (Salmos 71:5).

Reuel Howe y sus padres vivían en el campo. Un día, cuando estaba con cerca de 15 años de edad, su casa se incendió.

Consiguieron escapar apenas con las ropas que vestían. Todo lo demás había sido destruido. Ellos no contaban con vecinos próximos para ayudarlos y, por eso, Reuel y su padre caminaron hasta un Villarejo distante con el propósito de conseguir algunos materiales para que la familia pudiese utilizarlos en el día siguiente.

Hasta allí ellos tendrían tiempo de pensar en un algo para hacer. Al regresar, una vista maravillosa, en el extremo del bosque, provocó un efecto profundo en sus vidas. Al lado de las cenizas donde hasta entonces estaba la casa de ellos, había un tronco donde la madre de Reuel dejaba listo el almuerzo. En el centro del tronco había una lata llena de bellas flores silvestres.

Aquella lata parecía ser para ellos el símbolo de un recomienzo delante de la tragedia. Ni todo estaba perdido. Comprendieron que había aún esperanzas. (Dr. Arthur Caliandro)

Muchas veces enfrentamos momentos de grande aflicción y sufrimiento y somos inducidos a pensar que todo está perdido y que estamos delante de una situación sin solución. El desánimo nos abate y nuestra alma desfallece. Por más que analicemos las posibilidades de escape, todo nos lleva a creer que no hay salida para nuestra crisis.

Pero, cuando Cristo está sentado en el trono de nuestro corazón, la paz que excede todo entendimiento nos envuelve, Su poder nos liberta del pesimismo y nuestra alma se regocija en saber que “todo es posible a los que creen.” No hay situación perdida para un hijo de Dios que confía plenamente en Su obrar, aun cuando todas las circunstancias
indiquen el contrario.

Sabemos que Él nos ama, que tiene siempre lo mejor para nosotros y que, las circunstancias en el camino servirán simplemente para aumentar nuestra fe y edificar nuestra vida espiritual.

¡Si el Señor está con nosotros, la esperanza nunca puede faltar!

Paulo Barbosa

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