Primer protestante ejecutado por inquisición limeña

15 de noviembre, fecha memorable para la iglesia

 

LIMA (Iglesia y sociedad). Hoy, 15 de noviembre, se recuerda un hecho trascendental para la comunidad evangélica, pues por mandato del Tribunal de la Santa Inquisición de Lima fue arrojado a la hoguera el ciudadano Mateo Salado por ser protestante. En efecto, el 15 de noviembre de 1573, es decir hace 433 años, fue ejecutado el primer protestante en nuestro país, a quien la historia sólo recuerda por la huaca que lleva su nombre en un distrito limeño.

 

El Santo Oficio de la Inquisición de Lima fue creado en 1569 por encargo del rey Felipe II. Se instaló para guardar de herejías a la cristiandad en nuestras Indias, y celebró su primer auto de fe en 1573. Entre los personajes incursos en el primer auto de fe tenemos a Mateo Salado, ciudadano francés que, habiéndose embarcado en Sevilla, llegó al Perú para buscar nuevos horizontes en estos reinos. Por supuesto, en su carta de embarcación declaraba ser católico, apostólico y romano sin imaginar, nadie, que venía influenciado por las ideas protestantes que se tejían en Europa.

 

Tomás Gutiérrez, historiador bautista, señala que Mateo Salado fue conducido a las cárceles de la Inquisición en 1570, por encontrarse realizando excavaciones en un cementerio de indios en un lugar conocido como la Magdalena. Por estos lugares Salado andaba, con apariencia andrajosa, manifestando a la gente los errores de la iglesia católica. Su influencia luterana se debía al contacto que tuvo con algunos luteranos en Sevilla, de quienes recibió un ejemplar del Nuevo Testamento en idioma francés.

 

El proceso de fe de Mateo Salado ha sido trascrito gracias al historiador chileno José Toribio Medina, quien, en su libro Historia del Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición de Lima, registra parte del proceso. Otra parte del proceso está registrada en el Archivo Histórico Nacional en Madrid, España. En dicha trascripción podemos notar la fe protestante, más que luterana, de Salado, quien tenía una forma peculiar de interpretar la Biblia.

 

La trascripción de parte del proceso de este “hereje protestante” dice:

 

Por el mes de mayo del año setenta fue testificado en este Santo Oficio que había dicho que para qué adoramos y reverenciamos una cruz, que un platero había hecho con fuego y con martillazos, y que en los tiempos antiguos los apóstoles y los mártires habían padecido, que cómo ahora no hacía Dios milagros y que tratando de los luteranos había dicho que otras cosas peores habían en el mundo que ser luteranos.

 

…decía que no hay que adorar a las imágenes ni reverenciarlas, que San Pablo decía que lo que representaba a la imagen se ofrecía al demonio, y que no había de haber frailes ni monjas ni clérigos que comían la renta de la iglesia y la daban a las mujeres, que comían el sudor de los pobres, y que los ministros de la iglesia eran mercaderes y vendían los sacramentos de Dios, y que habiendo de comulgar a los fieles con vino comulgaban con agua, y que hablan de comulgar como en Alemania con muchas canastas de pan y muchos cántaros de vino.

 

…el Papa gastaba las rentas de la iglesia y le daba a unos y a otros, y que las mujeres públicas le atribulaban en Roma, y que el Papa de Roma no era más que uno de nosotros …y que a nuestra señora la Virgen María no se le había de decir la virgen madre de Dios sino virgen madre de Cristo …el alma del que muere en esta vida o va al cielo o al infierno porque no había purgatorio, y que el oficio de difuntos era la mayor burla del mundo, burla y mora de las bullas y jubileos, y que no se ha de ir a romerías a Jerusalén.

 

En estas líneas se puede apreciar la fe luterana de Mateo Salado por cuyas afirmaciones fue considerado hereje; además su forma de expresarse y su apariencia significaban para muchos un estado de locura. Determinar si era hereje o loco motivó que los doctores en teología que apoyaban en el Santo Oficio decretaran finalmente que no se trataba de un loco sino de un hereje pertinaz o testarudo. Mateo Salado fue condenado a muerte, siendo quemado vivo en el primer auto de fe de la Inquisición de la ciudad de Lima. Su visión de la muerte también está registrada en el proceso, significando para él echarse en cama de flores y recibir palmas de martirio.

 

Para el historiador Gutiérrez, tres apreciaciones o posturas aparecen respecto a Mateo Salado: 1) Para el Museo de la Inquisición, donde se registra su muerte, es catalogado como loco; 2) Para los teólogos católicos del siglo XVI es un hereje pertinaz; 3) Para la iglesia evangélica Mateo Salado es uno de los primeros mártires de la fe protestante.

 

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