[devocional-sabado] 16 de Diciembre de 2006 – Ca?das peligrosas.

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Todos nosotros nos descarriamos como ovejas,
cada cual se apartó por su camino;
mas Dios cargó en él el pecado de todos nosotros.
Isaías 53:6.

Caídas peligrosas

Cada año hay montañistas que se despeñan en las altas montañas, sean los Andes, los Alpes o el Himalaya. Felizmente cada caída no resulta mortal. Pero muy a menudo el accidentado no puede salir de esa situación por sus propios medios. Con la ayuda de helicópteros de rescate, muchas víctimas de accidentes han sido salvadas y llevadas a un hospital.

Aun cuando no somos trepadores o montañistas, todos formamos parte de los «caídos», y esto con respecto a Dios, nuestro Creador. Nuestra vida no corresponde a su pensamiento. Le ofendemos con los pecados que cometemos constantemente; nos rebelamos contra él y sus mandamientos. ¡Cuántas veces nuestro rebelde corazón le acusa y responsabiliza por las desgracias o la miseria moral o material que padecemos!

¡Sí!, somos seres «caídos», y si nadie viene a ayudarnos estamos perdidos, porque no podemos salvarnos por nuestros propios medios. Así como los trepadores accidentados reciben ayuda desde el aire, para el ser humano caído, el socorro también viene de arriba. El Hijo de Dios se hizo hombre para salvarnos de nuestros pecados. Él, el inocente, justo y santo cargó con el castigo que nosotros merecíamos y murió en nuestro lugar. Su sacrificio satisfizo la justicia de Dios, quien ahora ofrece la salvación a todos los que creen en la obra expiatoria de su Hijo, nuestro único y poderoso Salvador.

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