Calamidad o Bendición

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¿Calamidad o Bendición?

«Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados» (Romanos 8:28).

Cuando el General Jackson perdió un brazo en una batalla, su capellán exclamó: «Oh, General, qué calamidad!» Jackson le agradeció por la compasión, pero contestó:

«Puede ver me herido, pero no deprimido, triste. Creo que todo acontece de acuerdo con la santa voluntad de Dios. Y yo me someto enteramente a ella. Puede sonar extraño, pero usted jamás me vio más feliz de lo que estoy hoy, pues, estoy convencido de que mi Padre celestial planeó esta mi aflicción para mi bien. Estoy perfectamente convencido de que tanto en esta vida como en la que ha de venir, yo descubriré que lo que hoy parece ser una calamidad es, en verdad, una bendición.»

Las palabras de aquel general traen para todos nosotros una lección de fe. Solemos etiquetar las circunstancias o experiencias adversas como «calamidad.» Sin embargo, si nos colocásemos enteramente en la presencia de Dios y pudiésemos ver como Él ve las cosas, no iríamos querer perder las maravillosas e inestimables lecciones espirituales que aquella situación nos ofrece. Los momentos de edificación espiritual tomados de una experiencia difícil probablemente nunca serán repetidos en cualquiera otra situación.

Necesitamos estar listos para glorificar a Dios así sea en las horas de aparente calamidad. Debemos ser espiritualmente maduros para comprender que las luchas y las aflicciones también hacen parte de una preparación de Dios para la conquista de nuestros sueños y felicidad. Es preciso que tengamos confianza así mismo cuando las cosas no van bien y la puerta de nuestros anhelos nos parece distante e imposible de alcanzar.

Cuando creemos plenamente en Dios y abrimos nuestro corazón para que Él habite en nosotros y dirija todos nuestros pasos, aun cuando el escenario en frente sea de calamidad,  nuestra visión de fe solo conseguirá ver bendiciones y victorias.

No se deje abatir por un instante de aflicción. Luego la paz del Señor tomará cuenta de su vida y la esperada felicidad llegará.

Paulo Barbosa
Un ciego en el Internet

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