Emocionados, los tres hombres dejaron su refugio, sin preocuparse por el viento y la lluvia que los azotaba. Un equipo de salvamento había subido desde el valle para buscarlos: –¡Aquí estamos!, respondieron, pero la tempestad ahogó sus gritos. Entonces empaparon con alcohol una manta, la encendieron y la agitaron como una antorcha. Era cuestión de vida o muerte. Luego oyeron la buena noticia: –¡Los vemos! ¡Aguanten! ¡Ya vamos! Y en poco tiempo los hombres fueron salvados.
Por medio de Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre, quien murió por seres pecadores, Dios quiere salvarnos y darnos la vida eterna. Nos llama a través del Evangelio. Pero para que podamos ser hallados y salvados, debemos responderle. Es necesario salir de la guarida de nuestra propia seguridad, de nuestro miedo, de nuestra indiferencia, de nuestra incredulidad, y reaccionar al llamado de Dios. La persona que permanece sentada en su autosatisfacción y no da una respuesta al Ser compasivo que lo busca, está perdida para siempre.
—
Santos Discípulos..
__._,_.___
¿Te gustó este artículo?
Suscríbete a nuestro canal de YouTube para ver videos sobre temas bíblicos.
Visita nuestros cursos bíblicos.
Se miembro de nuestro ministerio y obten todos los recursos.