Un Mensaje a la Conciencia – 10 abr 2007


Un Mensaje a la Conciencia

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10 abr 07

«LA COBRA SIEMPRE ES COBRA»
por el Hermano Pablo

Al principio cabía en una cajita de jabón. Fue el encanto de la familia: pequeña, renegrida, de ojillos como cuentas de azabache. Pero fue creciendo y creciendo, y cuando le llegó el tiempo biológico, comenzó a poner huevos.

Como había sufrido en el alumbramiento, Brian West, de veinticinco años de edad, de París, Francia, quiso ayudar a la mascota, y sobó el vientre de Coralia, su cobra negra de la India. Pero la cobra reaccionó violentamente, clavando sus colmillos en la mano de Brian.

A los siete minutos exactos Brian moría de fallo cardiaco. El titular del artículo en el periódico fue: «La cobra siempre es cobra».

Toda persona que cría una serpiente venenosa o una fiera carnívora, cría un enemigo. La cobra siempre es cobra. Dentro de la fiera duerme la fiera, y la fiera —ya sea cobra, lobo o cualquier otra— nunca deja de ser fiera. A la larga ella revela su instinto, y el ser humano, si es desprevenido, incauto y descuidado, paga las consecuencias.

Así como esas fieras hay otras que, aunque no son animales, son igual de traicioneras. Estas no son de sangre y carne, no respiran, no se mueven y no hacen ruido, pero son, como quiera, fieras, quizá más mortales que la cobra.

Una de ellas es el alcohol. ¡Quién sabe cuántas personas han sufrido la mordedura destructiva del alcohol! Entre éstas se encuentran no sólo las que beben y se vuelven esclavas del vicio, sino también las que, sin beber una sola gota, se vuelven víctimas de ellas, en calidad de esposas, padres, hijos, familiares o amigos.

¿Y qué de las drogasí Nadie que las usa quiere reconocer la fiera escondida en ellas, pero todas —desde el tabaco hasta la marihuana, la cocaína y la heroína— son fieras que poco a poco, y en forma insidiosa, van consumiendo la voluntad de su víctima. Y al igual que la cobra, que nunca dejará de ser fiera, tarde o temprano la droga también saca sus colmillos y muerde a su víctima, dejándola sin recurso alguno. El vicio domina cuerpo, mente y voluntad, y cuando el individuo quiere librarse, no puede.

No abriguemos fieras como mascotas, ya sean fieras de carne y sangre, o vicios que igual destruyen. Y si hoy somos víctimas de una de ellas, hay un solo poder capaz de rescatarnos. Es el poder del evangelio de Cristo. Como Maestro de la vida, Cristo quiere ser el Señor de nuestra voluntad. Con Cristo en nuestra vida, podemos librarnos de la ruina, la degradación y la muerte.

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