Reflexiones Cristianas – A LOS 83 AÑOS….


El martillo del juez cayó con golpe seco y definitivo. Toda la sala esperó en suspenso el veredicto. «Son dos años de prueba —dictaminó el magistrado— y una fianza de tres mil dólares.» La acusada gimoteó un poco, pero empezó a buscar en su gruesa cartera el dinero que le permitiría salir en libertad.

La acusada era Maybelle Cauthen, una anciana de ochenta y tres años, arrestada por vender un paquete de marihuana por veinticinco dólares en Georgia, Estados Unidos. Al retirarse de la sala, el juez le dijo: «Mire mucho cómo camina, señora; no le queda mucho tiempo para cambiar de vida.»

He aquí una frase que nos obliga a pensar. Aunque no estemos vendiendo marihuana, ni seamos culpables de ningún otro delito, ni tengamos ochenta y tres años de edad ni estemos enfermos y en peligro de muerte, nunca tenemos demasiado tiempo para cambiar de vida.

Porque ¿quién tiene la vida comprada? ¿Quién es dueño de sus días y sus años para disponer de ellos a su antojo? ¿Quién puede decir: «No necesito cambiar de vida ahora, pues tengo mucho tiempo por delante»?

Nadie sabe qué pasará el día de mañana. Mañana un accidente puede ocasionarnos la muerte instantánea. Mañana un derrame cerebral puede dejarnos anulados para toda la vida. Mañana puede ocurrir un terremoto. Mañana puede venir el Señor Jesucristo, y ya nadie tendrá oportunidad de cambiar de vida.

La anciana Cauthen era reincidente en su delito. Había hecho de la venta de marihuana un medio de vida. Se sentía impotente de cambiar. Cuando el juez pronunció esas palabras, ella se detuvo un momento, lo pensó, y luego meneó la cabeza y salió de la sala. No estaba segura de poder cambiar de vida a los ochenta y tres años.

Sin embargo, sí es posible cambiar de vida a cualquier edad. Claro es que cuanto más viejo uno se pone, más duro se vuelve. Pero la gracia de Dios es perfecta, y aún a los cien años un pecador puede arrepentirse, recibir la gracia salvadora y cambiar de vida al reconciliarse con Dios.

Hoy es posible cambiar de vida para cada uno de nosotros. Hoy es posible, por la fe en Cristo, iniciar una vida nueva. Hoy es posible hallar el perdón, la reconciliación y el nuevo nacimiento. Cristo espera nuestra decisión. ¿Qué esperamos nosotrosí

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