Articulo Cristiano – La historia del tatuaje

La Historia Mundial De Los Tatuajes

Mayoría de gente piensa que los tatuajes son un hecho reciente. En realidad, empezó hace miles de años, pero no se sabe exactamente cuándo y cómo se descubrió el proceso del tatuaje.  El origen de la palabra Tatuaje es incierto se comenta que deriva de la palabra Ta del Polinesio «golpear», o de la antigua práctica de crear un tatuaje por medio del golpeteo de un hueso contra otro sobre la piel con el consiguiente sonido «tau-tau».

La palabra latina para tatuaje es estigma, y el significado original se refleja en los diccionarios modernos. Entre las definiciones de estigma están «marca hecha con un instrumento afilado», «marca para reconocimiento hecha en la piel de un esclavo o criminal» y «marca de culpabilidad». 

Los tatuajes más antiguos, son las momias tatuadas. En 1991 se encontró en un glaciar a un cazador de la era neolítica, tenía la espalda y rodilla tatuadas. Antes que fuera descubierta la momia del cazador, la persona tatuada más antigua era la sacerdotisa egipcia Amunet adoradora de Hathor, diosa del amor y la fertilidad. Vivió en Tebas alrededor del 2000 a.C., sus tatuajes eran del estilo de los del cazador lineales y simples, con diseños de puntos y rayas.

Tatuajes en la actualidad

«Somos las únicas criaturas sobre el planeta que escogemos y manipulamos nuestro exterior».

 Basándonos en la anterior cita, se han originado diversos tipos de comentarios, ideas y filosofías acerca de lo que es bárbaro o lo que es arte. Es por ello, que hacia 20 años atrás, ver a una persona tatuada no era de buen gusto o marginarlo de anticristiano e inculto.

Los tiempos han cambiado vertiginosamente y podemos disfrutar del ejercicio pleno de nuestros derechos y obligaciones, y con ello, las perforaciones y los tatuajes son vistos como ornamentos de moda, fijación de la personalidad y atracción sexual. Un tatuaje implica aspectos personales que finalmente la sociedad debe respetar bajo un ámbito de tolerancia.

El tatuaje Egipcio 

El tatuaje egipcio estaba relacionado con el lado erótico, emocional y sensual de la vida, el tatuaje en aquel tiempo estaba caracterizado por diseños gruesos lineales y de color negro, que se asemejan a los diseños tribales actuales, y en muchas de las culturas los animales son el tema más frecuente. Están asociados tradicionalmente con la magia, protección y el deseo de la persona tatuada, de identificarse con el espíritu del animal.

Se cree que el proceso del tatuaje era mucho más elaborado que en la actualidad, donde era un ritual, que llevaba una preparación donde el individuo tenía que prepararse mentalmente y espiritualmente. Donde tenía que demostrar valentía y madurez. En la misma forma que todavía se puede observar en los rituales de tribus de Nueva Zelanda. 

El tatuaje Incaico

Estaba caracterizado por diseños gruesos y abstractos que se asemejan a los tribales actuales. En muchas culturas los animales son el tema más frecuente y están asociados tradicionalmente con la magia, tótems y el deseo de la persona tatuada de identificarse con el espíritu del animal.

Borneo

Es uno de los pocos lugares donde se practica actualmente la forma tradicional del tatuaje tribal como lo fuera hace miles de años. El tatuaje y el piercing recuerdan el arte de Bali y Java, y los instrumentos de tatuaje son similares a los usados en Polinesia. Los hombres se tatuaban a temprana edad principalmente como medio de ornamentación.

El tatuaje de la Polinesia fue el más artístico en el mundo antiguo, estaba caracterizado por diseños geométricos elaborados, los que usualmente eran embellecidos y renovados durante toda la vida del individuo hasta que llegaban a cubrir el cuerpo entero.

El tatuaje era una parte natural de su vida y arte y tenía un profundo significado cultural y social, inclusive según Marco Polo en su «Travels» el respeto a una persona se medía por la cantidad de tatuajes que la misma tuviera.

También se usaban en la antigüedad para impresionar y asustar a los enemigos en el campo de batalla como fuera utilizado por antiguas poblaciones de las Islas Británicas, cuyos guerreros tatuaban sus caras y cuerpos para estar preparados para la guerra, no sólo lograban espantar a sus enemigos sino que también consiguieron gracias a esta costumbre sus nombres, que derivaron de raíces celtas y latinas con significados vinculados al tatuaje. 

Los cristianos eran hostiles al tatuaje, ya que creían que si Dios había creado al hombre a su imagen y semejanza, era pecaminoso que el hombre tratara de alterar su imagen, por esto el emperador Constantino, primer emperador cristiano de Roma, emitió un decreto en contra de esta actividad.

Se cree que la actitud negativa contra el tatuaje tuvo su origen en este decreto y esta posición fue adoptada por varias religiones durando hasta nuestros días.

A pesar de esto, existen registros de que los guerreros religiosos de las Cruzadas se hacían tatuar crucifijos para asegurarse un entierro cristiano, también los peregrinos que iban a Jerusalén se hacían tatuar crucifijos para recordar su viaje y como presencia constante de Dios, y de ahí que todavía hoy en día los tatuajes no estén bien vistos, ya que la mayoría de la gente se deja influir por la iglesia. 

A pesar que Aztecas y Hopis no usaban tatuajes, se asoció el tatuaje en Norteamérica con prácticas religiosas y mágicas, era un rito simbólico del pasaje a la pubertad y una marca única que permitiría que el alma superara los obstáculos en su camino a la muerte.

Muchas tribus practicaban el tatuaje terapéutico cuya ceremonia era acompañada por canciones y danzas que se suponía exorcizaba los demonios. El tatuaje era una práctica común entre los nativos de América Central, los nativos tatuaban en sus cuerpos las imágenes de sus dioses y los guerreros conmemoraban sus victorias en batalla por medio de los tatuajes.

Los únicos registros precolombinos sobrevivientes se encuentran en esculturas representados por líneas grabadas en los cuerpos de figuras humanas. El arte del tatuaje fue redescubierto por los exploradores. Banks, artista científico que navegó junto al Capitán Cook, describió en detalle en 1769 el proceso del tatuaje de la Polinesia.

Los marineros de Cook iniciaron la tradición de los hombres de mar tatuados y desparramaron rápidamente esta afición entre los marineros, quienes aprendieron el arte de los tatuadores polinesios, lo practicaron a bordo y luego instalaron su estudio de tatuaje en los puertos.

También fueron los viajes de Cook los que describieron el arte Moko entre los maoríes, un elaborado y muy doloroso proceso que duraba meses y que daba por resultado diseños negros en espiral y a rayas.

El tatuaje fue ampliamente practicado entre los marineros, trabajadores y convictos durante la primer parte del siglo XIX. Los miembros de las clases media y alta lo consideraban por debajo de su dignidad, y nunca fue popular entre los nobles como lo fuera en Inglaterra. 

Primer estudio de tatuaje

En América donde había existido desde siglos atrás, solo tuvo eco masivo durante la Guerra Civil. Las ferias mostraban sus personajes tatuados y alcanzó al igual que en Europa gran eco entre los personajes de alcurnia. Uno de los primeros tatuadores profesionales fue C.H.Fellows. Se considera que el primer estudio de tatuajes fue abierto en 1870 en Nueva York por Martín Hildebrandt, inmigrante alemán.

Su mayor competencia fue Samuel O´Reilly inventor de la máquina de tatuar en 1891; la patentó y ofreció a la venta conjuntamente con los colores, diseños y otros suministros, esta máquina estaba inspirada en una maquinaria inventada por Thomas Edison.

Alrededor del 1900 existían estudios de tatuaje en casi todas las ciudades importantes. La mayoría de las imágenes tradicionales de U.S.A. se originaron en los diseños de Lew Alberts, que dominaron los temas patrióticos, sentimentales y religiosos por más de 50 años.

Asimismo, Charles Wagner introdujo muchas innovaciones, fue el primer tatuador americano que practicó con éxito el tatuaje cosmético, tatuó perros y caballos como medio de identificación y experimentó con métodos químicos para remover los tatuajes.

El tatuaje antiguo tiene mucho en común con el tatuaje moderno, y podemos considerar que estamos en presencia de una evolución continua de un arte con orígenes profundos y universales en la humanidad.

RELATO

Los cuartos son estrechos y oscuros. Las camas, sucias y destartaladas invitan a un descanso casi sepulcral. 

Los muros grises y húmedos de la prisión comunican una sensación de frío y tristeza. Los pasillos parecen laberintos intrincados, que no conducen a ninguna parte. A veces todo es calma, como si un velo impenetrable a los sonidos hubiese envuelto de pronto la cárcel.

Entonces, los prisioneros buscan llenar desesperadamente el vacío de los días lentos, mientras se baten a duelo con el hastío de la soledad. 

Alguien fuma un cigarrillo, como si fuese el último; y no es más que un suspiro final. De pronto el silencio se quiebra, e irrumpe en la nada sonora el ruido metálico de los cerrojos. El paso lento y cadencioso de un guardia cárcel pone el alerta a los presos, e imprevistamente, la enorme bóveda de piedra se convierte en un avispero. 

Se oyen risas, juramentos, canciones soeces, gritos e insultos. En el corredor, las escobas zumban mientras el agua salta sonora. Allí, dentro de la cárcel transcurre la vida de hombres solitarios, de pasado sórdido y tormentoso, mal vestidos, con aire brusco y concentrado que se pasean como leones enjaulados. 

Muchos de ellos provienen de los arrabales de la sociedad. Para estos seres errantes, el miedo no tiene límites y los excesos no tienen fronteras. Algunos purgan condenas de más de 10 años, y también hay quienes cumplen una sentencia perpetua. 

Entre las paredes derruidas y en medio de pobrísimas condiciones de higiene combaten la soledad con el trabajo (privilegio para pocos, ya que es escaso y está reservado para los de mejor conducta). Otras veces dedican su tiempo a la amistad, aunque este tipo de vínculo con frecuencia desencadena conflictos por cuestiones de «clase», entre los distintos grupos del penal. 

En las cárceles todos conviven con reglas no escritas, son las leyes secretas del encierro. Dentro de este páramo condenatorio, muchos presos ocupan su tiempo grabando inscripciones en los muros, cual escribas desterrados.

Con un clavo, reproducen columnas numéricas, signos y jeroglíficos indescifrables. Sin embargo, estos hombres hallan un terreno más apto para plasmar sus verdades, reproches, recuerdos, y confesiones del alma; utilizan la escritura y recrean a través del tatuaje un lenguaje inédito: el lenguaje de la piel. 
 

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