Estudios Biblicos – Cuarteto de Gigantes al Acecho – Los celos

ESTUDIO BIBLICO

Por:Ord.LMorrow

 Gigantes al Acecho

Capítulo 9

Cuarteto de Gigantes
 

¡Ah, las cosas que haríamos, las tierras que conquistaríamos, si no fuera por los gigantes! Pero los gigantes existen, y toda persona tiene que batallar con ellos. Son parte de nuestra vida, tanto como lo es el respirar. La diferencia reside en lo que hacemos con esos gigantes.

Uno de estos es el gigante de los celos. Tenemos celos del éxito de otros. Alguien recibe cierto reconocimiento, y empezamos a sentirnos como que nadie nos aprecia. "Me han dejado a un lado. No sé por qué le dieron la promoción al otro. Yo he estado aquí por más tiempo, y no me la dieron a "; nos lamentamos.

No hace mucho una mujer que trabajaba en cierta empresa comercial se puso furiosa cuando supo que su jefe se iba a casar. Su queja fue: "El debía haberse casado conmigo. Yo he estado aquí ya mucho tiempo. He trabajado como su esclava todos estos años, y ahora sale con que se va a casar con otra. ¿Quién es ésa, como para que él se case con ella?"

Se sintió dejada a un lado, y los celos hicieron presa de ella. Así es como trabajan los celos. Empezamos a sentir que no se nos ha dado la oportunidad de hacer lo que podemos hacer.

Un predicador me dijo una vez: "Nunca me han dado la oportunidad de abrir mis alas." El asunto depende de si lo que quieres es extender tus alas, o si lo que quieres es tener mil o diez mil personas mirándote antes de extenderlas. De modo que ¡extiende tus alas! sea que haya alguien mirándote o no. ¿Cuál es la diferencia?

Este predicador, por supuesto, sirve solamente como una ilustración. Todos nosotros experimentamos celos. Este gigante en verdad puede acorralarnos en una esquina; y llegamos a pensar que no se nos da ni una sola oportunidad de exhibir nuestro talento. Los celos nos consumen.

Este gigante te ataca, y te rompe el corazón. Ves a otras personas recibiendo reconocimiento y te hace pensar que tus talentos están siendo despreciados; o que nadie ve las grandes cosas que se encierran dentro de ti. Piensas que todo lo que necesitas es una oportunidad para demostrarlo, pero nadie te brinda esa oportunidad.

Los celos pueden también hacer que sientas que no te están pagando lo suficiente, que tu salario no es lo que debería ser. Esto puede ser verdad, pero debes saber cómo manejar este gigante de los celos. Si dejas que te controle, te arruinará, y jamás llegarás a mucho. Te estorbará y reducirá casi a nada todas tus oportunidades.

Realmente necesitamos detenernos a pensar: ¿Qué es el éxito? Parece que significa mucho para nosotros. Pero es preciso que examinemos honestamente nuestros esfuerzos, y tal vez necesitemos pedir ayuda para tal examen. Tal vez la razón por la cual no hemos "alcanzado el éxito" es porque necesitamos ayuda y no nos damos cuenta de ello.

Tal vez algunos de nosotros, los hombres, debamos ser lo suficiente humildes como para preguntar a nuestras esposas: "Querida, ¿Qué tal lo estoy haciendo? ¿Qué tal te parece mi desempeño? No me han dado la promoción; parece ser que mis capacidades están siendo pasadas por alto. En realidad no me pagan lo que valgo. No me dan una oportunidad de hacer lo que debería estar haciendo. Querida, ¿hay en verdad algo que anda mal en mí?" El problema puede ser algo muy sencillo, y ella bien puede ayudarte a descubrirlo, si le das oído. Tal vez debas pedir su ayuda.

La situación puede ser al revés. Quizás sea la esposa la que tiene estos problemas. ¿Por qué no pedir ayuda del esposo, preguntándole cómo le parece que está haciéndolo?

Otra posibilidad es acudir a tu pastor. Algunas veces los pastores no pueden pastorear el rebaño, por cuanto las ovejas no se lo permiten. Algunos de ellos son brillantes siervos de Dios, y pueden ayudarte. ¿Por qué no conversar con tu pastor, y pedirle que te ayude a encontrar las causasí Tal vez puedas decirle: "Pastor, ¿por qué me han pasado por alto? ¿Por qué es que mi talentos y capacidades no son apreciadas como es debido? ¿Por qué otros reciben promociones y a mi me dejan atrásí ¿Cuál es el problema conmigo?" Luego, presta atención a lo que tu pastor te diga.

Es importante descubrir lo que nos está impidiendo alcanzar o rendir lo mejor. Nadie puede, en realidad, definir el éxito; pero necesitamos saber que estamos haciendo lo mejor posible. Necesitamos sentir, delante de Dios, que estamos agradándole. Eso es lo que realmente nos interesa.

De modo que ¡anímate! ¿No es Dios capaz? ¿No es Su "Bien, buen siervo y fiel," lo que queremos escuchar cuando todo haya concluido? No estamos tratando de complacer a amigos o vecinos, sino a Dios.

A final de cuentas lo que debemos es poder acudir a Dios y decirle: "Señor, ¿estoy haciendo esto para agradarte? Lo que yo considero 'éxito' ¿es algo que te complace? ¿Estoy usando mis habilidades y mi posición en la vida para agradarte a ti, Señor?" Si la respuesta no es una afirmación contundente, lo que tenemos que hacer es pedirle a Dios que nos revele las razones por las cuales no lo estamos logrando, y pedirle que nos ayude a hacer los cambios necesarios. El lo hará, por seguro.

Tenemos que derrotar a este gigante; de lo contrario nos dominará. Si llega a hacerlo, nos dejará deprimidos, desalentados e inefectivos.

Otro gigante problemático es la soledad. La soledad reina por doquiera hoy en día. Una persona que trabaja con jóvenes dijo que si das por sentado que los jóvenes de hoy se sienten solos y perdidos, acertarás el 95 por ciento de las veces. La soledad es un problema para los adultos y ancianos también.

La soledad es un gigante terrible; puede hacer que te sientas tan miserable, tan deprimido y desanimado , como si no hubiera ningún aliciente en la vida. Recuerda que nuestro Señor también sintió la soledad. "Todos los discípulos, dejándole, huyeron" (Marcos 14:50) después de que Jesús fue arrestado en el Getsemaní.

Hay que tener cuidado con lo que la soledad puede hacer. Puede hacer que empieces a compadecerte a ti mismo, y que te retires a un rincón, chupándote el pulgar espiritual . Tal vez realmente estés solo. Si es así, Proverbios 18:24 te ayudará: "El hombre que tiene amigos ha de mostrarse amigo; y amigo hay más unido que un hermano."

A menudo enredamos las cosas y atacamos el problema al revés. Por ejemplo, la Biblia dice: "Amarás al Señor tu Dios… y a tu prójimo como a ti mismo" (Lucas 10:27). Pero nosotros pensamos: "Voy a amar a mi vecino, y de ese modo, amaré a Dios." Eso es hacer las cosas al revés. Tienes que amar primero a Dios, y luego a tu vecino por medio del amor de Dios. Lo mismo es valedero en cuanto a la amistad. Fruncimos el ceño y decimos: "No tengo ningún amigo." Pero la amistad no empieza por allí. El remedio para la falta de amigos es mostrarse amigable.

Por tanto, permite que el Espíritu Santo lleve Su fruto en ti. Comprueba para ver si te has dejado ganar por la amargura, un espíritu de crítica o de egoísmo. Si ha ocurrido eso, la soledad te atacará. ¿Estás siempre hablando de ti mismo? ¿Alardeas siempre de lo que tú haces, de tus parientes, de lo que tú has oído, de lo que tú piensas, de lo que tú has leído? Si estás haciéndolo así, no es de extrañarse que estés solo. La gente no se siente bien junto a alguien tan egoísta; la gente también quiere ser escuchada . Si siempre estás hablando de tu propia situación, y exigiendo que la atención se enfoque siempre en ti, debes resolver ese problema; de lo contrario, el gigante de la soledad se convertirá en una verdadera amenaza en tu vida.

El gigante de los malos entendidos también nos fastidia a muchos. Tratamos de hacer algo amable y de contribuir con algo, pero nuestro gesto de buena voluntad es tergiversado, y se nos critica por haberlo hecho . No falta quien nos haga pedazos con su lengua larga de crítica. Entonces nos sentimos heridos por un mal entendido.:(

Cuando eso ocurre, el gigante de los malos entendidos tratará de dominarnos; y nos empujará a decir: "Bueno, pues; siempre se me mal entiende. No vale la pena hacer nada. Uno empieza con motivos limpios, y todo sé mal entiende. Mejor no hacer nada." Si actuamos en tal manera, el gigante de los malos entendidos nos tendrá dominados. Cabe anotar que todo mundo es mal entendido alguna vez u otra, por tanto, no debemos permitir que este gigante se apodere de nosotros.

Otro gigante es la enfermedad, y es un gigante muy real. Visita casi todo hogar y ataca a toda persona alguna vez u otra. La enfermedad no es algo imaginario, y lo que de ella resulte depende de cómo enfrentamos la aflicción.

Recuerdo especialmente dos personas enfermas a quienes visité en cierta ocasión. Una mujer había estado confinada en cama por 29 años. Sin embargo, cuando salí de su habitación, me sentí como si estuviera "caminando en las nubes." ¡Ella fue tan gran bendición! No había en ella nada de tristeza, ni egoísmo. No hablaba de sí misma, y no quería hacerlo. En lugar de ello, sus preguntas fueron: "¿Cómo le va? ¿Cómo está bendiciéndole Diosí ¿Cómo van las cosas en su casa? ¿Cómo está su familia? ¿Cómo están sus hijosí" Un gran gozo me invadía cuando dejé aquel hogar.

La otra persona era una mujer que podía mover únicamente su mandíbula y sus ojos. Tenía que ser atendida por otras personas para todas sus necesidades. Cuando entré en su habitación, sentí una gran compasión por ella. Sin embargo, al salir, como en el caso anterior, salí lleno del gozo de Dios debido a la actitud de aquella mujer enferma.

La enfermedad puede ser un gigante que procura derrotarnos. Debemos, por tanto, decidir si permitiremos que la enfermedad o la aflicción física nos domine , o si permitiremos que Dios use esa aflicción para Su gloria.

La manera en que se le hace frente a estos gigantes es lo que hace la diferencia. Tenemos que recordar que  Dios les había dicho a los hijos de Israel: "No temáis, ni tengáis miedo de ellos" (Deuteronomio 1:29). Dios urgió a Su pueblo a entrar en la tierra, y no tener miedo, por cuanto El era capaz e iba a darles la victoria.  Dios también tiene poder suficiente como para ocuparse de los gigantes que hay en tu vida; .y así lo hará si se lo permites.

 

Gracia y paz a vosotros, del que es y que era y que ha de venir (Ap.1:4ª)Amén.

Ciertamente vengo en breve. Amén; sí, ven, Señor Jesús. (Ap22:20).Amén

Hasta el Proximo Estudio Biblico10 en el tema resentimiento y otros gigantes en Gigantes al Acecho, Bendiciones

2Cor13:14.

 


DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí