Devocional Diario – Expulsando La Vanidad

Expulsando La Vanidad

"Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo" (Filipenses 2:3).

Arthur Brisbane, un editor de diarios, dijo que su caricaturista, Windsor McKay, era uno de los mejores caricaturista del mundo.  Un reportero, que estaba próximo, al oírlo decir eso, se puso curioso y preguntó: "¿Cual es el mejor del mundo?" "Yo no sé," dijo Brisbane.  "Pero éso mantiene McKay equilibrado, con los pies firmes en el suelo."

Muchas veces no conseguimos ser totalmente felices porque creemos que somos  mejores  que aquéllos que están en posición más elevada  que la nuestra.  Sentimonos injusticiados, preteridos e ignorados mientras otros, Que juzgamos ser mucho menos capacitados que nosotros están en la posición que vendríamos a ocupar.

Eso acontece en nuestro ambiente de trabajo, en nuestro círculo social y hasta en el seno  de nuestra iglesia.
Queremos ser dirigentes de departamentos pero no somos invitados.  Podemos cantar tan bien  o mejor de lo que aquéllos que dirigen la alabanza pero jamás tenemos oportunidad.  Estamos prestos la enseñar en la Escuela Bíblica pero vemonos sentados y oyendo la clase impartida por alguien que tiene una preparación inferior a la nuestra.
Y, mientras pensamos de esa forma, dejamos de nos alegrar, vivimos cabizbajos y el brillo de Cristo no es visto en nuestro semblante.

Necesitamos comprender que nuestra vida está en las manos de Dios y que nada acontece sin  su permiso.  Mientras no expulsemos la vanidad de nuestro corazón no recibiremos la bendición del Señor y tanto los cargos de nuestro trabajo cuanto los ministerios de nuestra iglesia no estarán disponibles para nosotros.

Una vida humilde y sumisa a la voluntad de Dios es indispensable para que seamos victoriosos en todos nuestros propósitos.  Cuando dejamos al Señor dirigirnos, entonces no buscaremos el reconocimiento.  Apenas nos ofreceremos a Él como siervos y qué Él quiera de nosotros será lo que haremos.  El mejor cargo que tendremos será aquél que nos sea dado por Él, sea lo más alto o lo más bajo, pues, gozaremos de Su presencia constante  y de Sus bendiciones incontables.

Sea de Cristo…  ¡eso basta!

Paulo Barbosa

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí