Devocionales : Me agrada hacer tu voluntad, Dios mío.


Puse mi esperanza en el Señor, y él se inclinó para escuchar mis gritos; me salvó de la fosa mortal, me libró de hundirme en el pantano. Afirmó mis pies sobre una roca; dio firmeza a mis pisadas [Salmo 40,1 – 2] .

 

¡Cuánto cuesta la proclamación de la verdad y la invitación a reordenar la vida, retomando el camino del bien, que se ha abandonado! Jeremías es perseguido por hacerle saber al pueblo que el mal se viene sobre él por haber abandonado al Señor, y que es mejor ir al destierro en lugar de querer resistir a las decisiones divinas. Jeremías, entrando y saliendo del pozo, se convierte en el signo de la muerte que el Señor Jesús padecerá por habernos amado hasta el extremo, pero también en el signo de la resurrección de Cristo, a quien el Padre Dios no abandonó a la muerte [Jeremías 38,1 – 13] .

 

Hizo brotar de mis labios un nuevo canto, un canto de alabanza a nuestro Dios. Muchos al ver esto se sintieron conmovidos y pusieron su confianza en el Señor. ¡Feliz el hombre que confía en el Señor y no busca a los soberbios ni a los que adoran a dioses falsos [Salmo 40,3 – 4] .

 

Estamos en medio de un mundo que tiene otra longitud de onda, que aprecia otros valores, que razona con una mentalidad que no es necesariamente la de Cristo, y muchas veces reacciona con indiferencia, cuando no con hostilidad, burla o incluso con una persecución más o menos solapada, ante nuestra fe y nuestro testimonio del estilo de vida del Evangelio. La vivencia de la fe produce a veces divisiones en una misma familia o en un grupo. Ante Cristo uno no se puede quedar neutral e indiferente. Tener fe hoy y vivir de acuerdo con ella es una opción seria. No se puede compaginar alegremente el mensaje de Cristo con el de este mundo. No se puede servir a dos señores. Así se cumple también la profecía del anciano Simeón: este niño está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, como signo de contradicción, quedando al descubierto las intenciones de muchos corazones [Lucas 2,34 – 35] .

 

Señor y Dios mío, muchas son las maravillas que tú has hecho y las consideraciones que nos tienes. Nada es comparable a ti. Quisiera anunciarlas, hablar de ellas, pero son más de las que puedo contar. Tú no te complaces en los sacrificios ni en las ofrendas de cereales; tampoco has pedido holocaustos ni ofrendas para quitar el pecado. En cambio, me has abierto los oídos. Por eso he dicho: Aquí estoy, tal como el libro dice de mí [Salmo 40,5 – 7] .


Siempre resulta incómodo luchar contra el sentir ambiental, sobre todo si es más atrayente, al menos superficialmente, y menor exigente en sus demandas. Ser cristiano es optar por la mentalidad de Cristo, por la manera que tiene él de ver las personas y la historia. No se puede seguir adelante con medias tintas y con compromisos. Jesús aconsejó a sus discípulos que buscaran primero el Reino de Dios, porque todas estas cosas les vendrían por añadidura [Mateo 6,33]. Sin embargo, todas estas cosas no siempre significan una vida libre de dificultades. Por la condición del mundo actual no es razonable suponer que se acabarán los problemas. Entonces, ¿qué es lo que vendrá por añadidura? Son las promesas que se nos hacen en Hebreos 12: Una vida de disciplina y gracia en Cristo y a través de Cristo. Cualquiera sea nuestra situación, podemos tener la seguridad de que Jesús estará siempre con nosotros, ayudándonos a resolver las dificultades que encontremos en este mundo.

 

A mí me agrada hacer tu voluntad, Dios mío; llevo tu enseñanza en el corazón [Salmo 40,8].

 

Cristo es el camino hacia el Padre. Cuando nos hablaba del fuego que deseaba que ya estuviera ardiendo [Lucas 12,49 – 53], se refería al Espíritu Santo que vendría tras sus pasos para llenar el corazón de cada creyente. Las divisiones que mencionó se referían a los conceptos o ideologías contrarias a Dios, y a quienes los sostienen, porque todo lo que se opone a Dios quedará separado de su Reino. Ante desafíos tan difíciles como éstos, ¿qué podemos hacer cuando vemos que alguien no acepta la Palabra de Diosí No dudar jamás de defender las verdades del Evangelio. Si nos declaramos partidarios de Cristo, nuestro Padre nos protegerá de los engaños del mundo porque estamos llamados a aceptar el fuego purificador de Dios. Así pues aceptemos de todo corazón su Palabra poderosa, la filosa espada del Espíritu Santo que penetra inexorablemente hasta separar el trigo y la paja. Contemplando a Cristo, que después de padecer por nosotros ahora vive para siempre sentado a la diestra de Dios Padre, nosotros hemos de cobrar ánimos y no temer mal alguno por proclamar el Evangelio de salvación, pues aun cuando padeciésemos la muerte nuestra esperanza está fija en Cristo, principio y consumador de nuestra salvación; en Él sabemos que para nosotros la muerte no es nuestro destino final, sino la vida eterna, que llegará a su perfección en Cristo.

 

¡¡¡Jesús, Señor mío, me entrego una vez más a Ti. Cueste lo que cueste quiero seguirte a Ti y rechazar las promesas ilusorias con que trata de engañarnos el mundo!!!

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Que el Padre Dios te bendiga y te proteja, te mire con agrado y te muestre su bondad. Que el Padre Dios te mire con amor y te conceda la paz.

Juan Alberto Llaguno Betancourt

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