A la señal, todos partieron, no exactamente disparados, pero con deseos de dar lo mejor de si, terminar la carrera y ganar el premio.
Todos, excepto un muchacho, que tropezó en el piso, cayó y rodando comenzó a llorar… Los otros ocho escucharon el llanto, disminuyeron el paso y miraron hacia atrás. Vieron al muchacho en el suelo, se detuvieron y regresaron… ¡Todos!
Una de las muchachas, con síndrome de Down, se arrodilló, le dio un beso y le dijo: «Listo, ahora vas a ganar»…. Y todos, los nueve competidores entrelazaron los brazos y caminaron juntos hasta la línea de llegada.
¿Por qué? …
Porque en el fondo, todos sabemos que lo que importa en esta vida, más que ganar, es ayudar a los demás para vencer, aunque ello signifique disminuir el paso y cambiar el rumbo.
Creo que nos hace falta disminuir el paso y cambiar de rumbo y sobre todo que esto no sea un proyecto individual, sino colectivo, entre todos seguro que podemos…
Marty, mamá de Erika que tiene una discapacidad mental leve pero con serias dificultades en el lenguaje.
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