Articulos Cristianos – El Señor muestra su salvación.


Dios nos ha enseñado a amarnos como hermanos. Jesús nos indica: Ámense los unos a los otros, como yo los he amado a ustedes. Ese amor no podemos dirigirlo únicamente a aquellos que pertenecen a la iglesia del Señor. El mismo Cristo nos ha pedido que amemos incluso a nuestros enemigos, a los que nos persiguen y maldicen; nos pide que así seamos perfectos como el Padre Dios es perfecto, que hace salir el sol sobre buenos y malos, y manda la lluvia sobre justos y pecadores.

Progresar más y más en ese amor nos lleva a aspirar a amar con el mismo corazón de Dios, pues Él creó a todos y a todos nos llama para que participemos eternamente de su vida; a nadie ha creado para condenarlo. Tener en nosotros el mismo amor de Dios nos debe llevar a convertirnos en auténticos apóstoles de Él, no sólo para proclamar el Evangelio, sino para hacer nuestra la misión del Señor: buscar a los hijos que el pecado había dispersado para salvarlos, dando nuestra vida por ellos, si es preciso. Trabajar por el Reino de Dios, poniendo al servicio de los demás lo que hemos recibido del Señor, es la forma de multiplicar en nosotros los bienes del Señor [1 Tesalonicenses 4,9 – 12] .

Proclamar el Evangelio jamás debe convertirse para nosotros, en causa de nuestro enriquecimiento personal. Aprendamos a ganarnos con nuestras propias manos el pan de cada día; entonces nuestro testimonio acerca del Señor será creíble para quienes buscan al Señor y lo encuentran no en quienes les despojan de sus bienes, sino en quienes dan su vida por ellos. La gracia de Dios en nosotros debe llegar, desde nosotros a más y más personas.

 

Vivamos en paz con nosotros mismos y sin entrar en conflictos con Dios, quien nos ama y a cada uno ha dado la gracia conforme a la misión que le confía en la historia; por eso más que reclamar nos hemos de poner a trabajar conforme a la medida de la gracia recibida, y al final participaremos eternamente de la felicidad de nuestro Señor que ya pregustamos, por poseerla ya desde esta vida.

 

El Evangelio nos habla de quien sólo se pasó criticando, denunciando las injusticias que pensó se cometían en el mundo, pero que finalmente no trabajó para ponerles remedio [Mateo 25,14 – 30]. Esto nos ha de hacer reflexionar que el auténtico profeta no sólo denuncia los males que hay en el mundo, sino que también anuncia un mundo nuevo, que toma un rumbo de mayor amor, de mayor fraternidad, de mayor justicia; y este anuncio no sólo lo proclama desde las azoteas sino desde su propia vida, convertida en un testimonio de fidelidad al Señor y a su Palabra, y de trabajo concreto en favor de los más desprotegidos. El Señor, que gobierna con justicia al mundo, a las naciones con rectitud, espera de nosotros una vida justa y recta, con la autenticidad que nace de un corazón que ha sido colmado del amor de Dios. Que nosotros, iglesia de Cristo, seamos un signo auténtico de la justicia y de la rectitud para cuantos nos traten.

 

¡Canten al Señor una canción nueva, pues ha hecho maravillas! ¡Ha alcanzado la victoria con su gran poder, con su santo brazo! El Señor ha anunciado su victoria, ha mostrado su justicia a la vista de las naciones; ha tenido presentes su amor y su lealtad hacia el pueblo de Israel. ¡Toda la tierra ha visto la victoria de nuestro Dios! Canten a Dios con alegría, habitantes de toda la tierra; den rienda suelta a su alegría y cántenle himnos. Canten himnos al Señor al son del arpa, al son de los instrumentos de cuerda. Canten con alegría ante el Señor, el Rey, al son de los instrumentos de viento. Que brame el mar y todo lo que contiene, el mundo y sus habitantes; que aplaudan los ríos; que se unan las montañas en gritos de alegría delante del Señor que viene a gobernar la tierra. Él gobernará a los pueblos del mundo con rectitud e igualdad [Salmo 98].


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