Articulos Matrimonios – Para los que no creen en la felicidad del matrimonio

Para los que no creen en la felicidad del matrimonio

¿Quién dijo que el matrimonio era una tortura? Más bien quien lo dice se está torturando y, lo peor, corre el riesgo de condenarse a sí mismo a no ser feliz con alguien.

En vez de repetir lo que aún no conocen (perdón por los que vivieron un desencanto), piensen que es tiempo de darse una oportunidad y consideren que estar casados puede ser toda una rumba.

Aunque parezca increíble, después de las corrientes feministas, el afán de autosuficiencia y las olas de ‘libertad' que abogaban por la unión libre y sin compromisos, Colombia es un país de casados.

Mejor dicho, el camino al altar o la notaría es una opción que pocos, muy pocos, quieren borrar del complejo mapa de la vida. Es hora de dejar de lado tanto prejuicio y empezar a ver el matrimonio como una opción divertida. Todo sea por la felicidad.

Los defensores felices no se la imaginan sin tener con quién ir a mercar, turnarse para lavar los platos después de cocinar entre dos (algo innombrable), pelear por tener el ‘poder’ del control remoto del televisor, recordar quién dejó parte de la pintura de la puerta del carro en la columna del parqueadero, ordenar el clóset, burlarse uno del otro, compartir el baño, ‘arriesgar’ su vida mientras el otro maneja y rematar con un beso.

¿Qué tal mirar la luna y las estrellas solo como una ostra, y tener que regalarse la Vía Láctea a sí mismo porque en la terraza de su casa solo hay una silla? ¿No es una jartera ir en un trancón y no recibir ni siquiera un estúpido mensaje de texto? ¿Qué es mejor, comer solo mirando el cuadro de enfrente o pedir una pizza y devorarla en compañía viendo TV, para renegar al otro día por las migajas en la cobija?

Con todo respeto por los solteros, cuya vida es tan valiosa como la del casado, pero qué tal que funcione y ustedes no se hayan dado cuenta. Ahora, comiencen a borrar de su cabeza esa imagen de mujer u hombre con una soga al cuello, y, en últimas, con cara de doliente que recibe pésames de los ‘libres’. ¡Qué va! Libre es el que escoge quedarse con alguien hasta que la muerte separe a un par de felices.

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