Un Mensaje a la Conciencia – CON CIENTO UN AÑOS DE RETRASO


Un Mensaje a la Conciencia

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8 sep 07

CON CIENTO UN AÑOS DE RETRASO
por Carlos Rey

Llegó un poco tarde a la escuela ese día. Corrió a más no poder para llegar cuanto antes a su pupitre. Saludó a la maestra con una sonrisa, abrió su cuaderno y su libro de lectura de primer grado, y mojó con la lengua la punta de su lápiz.

Juan Paucar, alumno de una escuela primaria de Cuzco, Perú, tenía gran deseo de aprender a leer y a escribir. Y era un alumno muy estudioso. Sólo que Juan había llegado un poco tarde a la escuela: ¡nada menos que con ciento un años de retraso! Aquel anciano indígena de la región tenía ciento ocho años de edad.

Aprender a leer y a escribir es la primera conquista intelectual del ser humano. Ser analfabeto es vivir en una semipenumbra. Es estar aislado de las tres cuartas partes de la vida. Es carecer de luz, de verdad, de comunicación y de contacto con casi todo lo que la humanidad ha escrito, creado, descubierto y soñado.

No saber leer y escribir es vivir a medias. El hombre alcanzó su verdadera grandeza, y comenzó la marcha ascendente de la civilización, cuando inventó el arte de la escritura. Por lo tanto, no conocer ese arte es estar cortado por la mitad, ser medio ciego y tener un solo oído.

Saber leer y escribir es esencial porque la mayor revelación de Dios al hombre se encuentra en las Sagradas Escrituras. Sólo por medio de la Biblia podemos llegar a conocer a Dios plenamente. Sólo en su Palabra está escrita la verdad redentora del evangelio, que es la buena noticia acerca de su Hijo Jesucristo. Por eso debemos todos aprender no sólo a leer, sino a leer la Biblia.

No saber leer y, por consiguiente, no poder leer la Biblia, es una tragedia. Pero saber leer, hasta en más de un idioma, y no leer la Palabra de Dios, no es sólo una tragedia sino también una negligencia espiritual suicida. Desconocer las Sagradas Escrituras —nos advierte Jesucristo— nos predispone a andar equivocados. 1 En cambio, leerlas y conocerlas —afirma San Pablo—, nos predispone a adquirir «la sabiduría necesaria para la salvación mediante la fe en Cristo Jesús». 2

Todos los que tenemos la ventaja de saber leer debiéramos examinar la Palabra de Dios todos los días, como lo hacían los seguidores de Cristo en Berea. 3 A todos, sin excepción —mandatarios, gobernantes, legisladores, magistrados, médicos, cirujanos, científicos, astronautas, abogados, catedráticos, profesores, licenciados, estudiantes universitarios, bachilleres, ejecutivos, empresarios, padres de familia y amas de casa— nos sería de provecho eterno leer y estudiar la Biblia con dedicación. Sólo así estaremos capacitados para juzgar por nosotros mismos si es verdad lo que nos están enseñando moral y espiritualmente nuestros maestros. 4


1 Mt 22:29
2 2Ti 3:15
3 Hch 17:11
4 Ibíd.

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