Devocional – Consuelo en la crisis de la vida

Consuelo en la crisis de la vida

Es una cosa muy temible cuando la muerte o enfermedades inesperadas atacan y nosotros somos dejados solos para valernos por nosotros mismos.

Es un tiempo en que recordamos lo que Isaías dijo… «… toda carne es hierba… La hierba se seca, y la flor se marchita… mas la palabra del Dios nuestro permanece para siempre».  Isaías 40:6-8.

En tiempos como esos, nuestra respuesta depende en si creemos o no en lo que Dios nos ha dicho en su palabra, la Biblia.

¿Hemos nosotros guardando su palabra como Jesús nos dijo que hiciéramosí  (Mateo 6:19-20)

Si así es, entonces en esos momentos terribles nosotros tendremos la fortaleza para mantenernos firmes y saber lo que podemos hacer.

La Biblia promete que si nosotros llamamos el nombre del Señor al estar en dificultad, él nos contestará (Salmo 91:15).

Él estará ahí para consolarnos y levantarnos.

Él apóstol Pablo explica que… «… sabemos que si esta tienda de campaña en que vivimos se deshace, tenemos de Dios un edificio, una casa eterna en el cielo, no construida por manos humanas… Es Dios quien nos ha hecho para este fin y nos ha dado su Espíritu como garantía de sus promesas».  2 Corintios 5:1-5 NIV Nosotros fuimos creados por Dios con un propósito, el propósito siendo que él quiere que crezcamos en altura espiritual para que podamos vivir por siempre con él.

Cuando nosotros permitimos que Jesús entre en nuestros corazones, él entonces pone dentro de nuestros cuerpos un calor especial lleno de su Espíritu, el cual solo los que lo han sentido lo pueden entender.

Pablo habla de esto como una garantía de lo que vendrá después, es una seguridad de vida eterna.

Si éste calor especial está en nosotros y nosotros sabemos que proviene de Dios, entonces se mantiene como razón de que él no nos dejará cuando la tapa de nuestro ataúd se cierre sobre nosotros.

Todos nosotros sabemos que la garantía es dada para asegurarnos que lo que hemos comprado es todo lo que profesa ser y que operará de acuerdo a las instrucciones.

Porque Jesús nos dio su espíritu cuando fuimos nacidos dentro de su familia, nosotros tenemos esta como un ancla espiritual, segura y firme (Hebreos 6:19).

Jesús dijo… «Si me amáis, guardad mis mandamientos.  Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre».  Juan 14:15.

Por siempre.

¡No hasta nuestra muerte, pero para siempre!

¡Que promesa tan hermosa!

Mucho antes del nacimiento de Jesús, Dios había criado y había consolado a los judíos.

Él habló por medio de Isaías, como un hijo a quien consuela su madre, así yo los consolaré a ustedes (Isaías 66:13).

Moisés también fue consolado… «Mi presencia irá contigo, y te daré descanso».  Éxodo 33:14.

Si la gente escogida por Dios, la gente judía, encontró consuelo mucho antes que el Espíritu Santo fluyera en Pentecostés, cuanto más consuelo es el nuestro pues Jesús dejó su propio Espíritu viviendo en nosotros (Juan 17:23) para garantizar su presencia.

En cuanto nos confrontamos a la crisis en nuestra vida, nosotros desentrañamos la realidad de que el hombre con sus creencias humanitarias no tiene absolutamente nada que ofrecer para darnos consuelo.

Tal creencias nos llevan a enfermedades deprimentes y pérdida de fe para el futuro.

Mucha gente tiene la noción falsa, de que esos quienes profesan ser cristianos deben seguir una vida apagada.

Al contrario, esos quienes han luchado verdaderamente por su fe son las personas más felices del mundo.

¡Ellos son felices porque ellos en verdad tienen esperanza para el mañana!

Amén.

Dios Te Bendiga.



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