Reflexiones Cristianas – Una conciencia limpia

Una conciencia limpia
Fernando Alexis Jiménez
 
Scotty le aseguró a las autoridades norteamericanas que el asesinato, perpetrado nueve años atrás, fue una de las tantas reacciones que se desprendían del consumo de las drogas y del alcohol, y que si algo jamás quiso, fue darle muerte a aquella desconocida y menos, abusar sexualmente de su cuerpo inerte.
Estaba en el estrado judicial vestido con elegancia, cuidadosamente afeitado y con el cabello corto. A primera vista parecía un ejecutivo o tal vez un ministro de iglesia, pero no el hombre inmisericorde que cegó la vida de un ama de casa para robarle y que, de paso, dejó dos pequeños hijos en la orfandad.
–Admito mi culpa, aunque no fue mi intención—reafirmó ante la mirada impasible del jurado y del Fiscal, que jugaba nerviosamente con una estilográfica entre sus manos. Todas las pruebas estaban en contra.
Su captura se produjo un lunes, bien entrada la noche, cuando no pudo soportar por más tiempo los mensajes fijados en las paredes y una inmensa valla, construida a la entrada del pueblo donde ocurrieron los hechos. Era la estrategia que utilizó la madre de la víctima, para conmover al asesino y motivar su entrega.
–No podía soportar ver a esa mujer de la fotografía y sus ojos, que parecían mirarme acusadoramente. La conciencia no me dejaba tranquilo—se limitó a decir en su declaración.
La conciencia es aquella parte de nuestro ser que indica cuando algo está mal. Es comparable con el sistema interno que prende las luces de alarma cuando nuestras acciones están encaminadas a causar perjuicio. Una pregunta que sólo usted puede responder: ¿Acaso le acusa su conciencia por muchas cosas que ha obrado, causando menoscabo a los demás e incluso a su propio ser? ¿O es que su conciencia está tan cauterizada por la maldad que ya no le inquieta?

En cierta ocasión cuando el apóstol Pablo compareció ante un juzgado bajo la acusación de ser creyente en Jesucristo y de proclamar sus enseñanzas, aludió al tema de la conciencia y le dio una posición relevante. «Pablo fijó la mirada de los asistentes al Consejo y dijo:–Hermanos, he vivido toda mi vida ante Dios como ciudadano de bien, con mi conciencia limpia»(Hechos 23:1. Versión «Nuevo Testamento, la Palabra de Dios para todos»).
¿Usted podría decir lo mismo que éste creyente sincero del primer siglo?¿Ha obrado siempre como ciudadano de bien o quizá debe aplicar ajustes a su desenvolvimiento cotidiano? Si descubre que todavía hay fallas, llegó la hora de emprender el cambio. Podrá lograrlo con ayuda del Señor Jesucristo. Él le concederá la fuerza necesaria para que adopte las modificaciones necesarias en su forma de pensar y de obrar, con el propósito de dar pasos firmes hacia el crecimiento personal y espiritual. ¡Comience hoy!.


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