Devocionales Cristianos – Preparemonos, llega el Rey.


Una voz grita en el desierto: Preparen al Señor un camino, tracen para nuestro Dios una calzada recta en la región esteril.  Todo valle será rellenado, todo cerro y colina será nivelado, los caminos torcidos serán enderezados, y allanados los caminos disparejos [Isaias 40, 3 – 5]


Llega el Señor como Rey victorioso sobre el pecado; viene a gobernar el orbe.  Dios ha salido a nuestro encuentro para establecer su Reino entre nosotros; el premio de su victoria lo acompaña y sus trofeos lo anteceden: con Él vamos los que Él redimió con su sangre.  Se manifiesta hacia nosotros lleno de compasión y de ternura, pues carga sobre sí las ovejas más débiles para llevarlas de vuelta a la casa paterna.  Por eso, preparemos un camino al Señor.  No importa que nuestra vida parezca un desierto sin esperanzas de vida, pues el Señor puede hacer que nuestros desiertos se conviertan en un vergel y que nuestra vida produzca abundantes frutos de salvación.  Él sólo espera que reconozcamos nuestras maldades, y arrepentidos de ellas, escuchemos su voz que nos llama para que vayamos a Él y seamos perdonados; hechos hijos de Dios, podremos llegar a ser, junto con su Hijo, coherederos de su Gloria.

Cuando Él sea aceptado en nuestro corazón habrá justicia y rectitud en todas las naciones.  Cuando la persona humana se cierra a la salvación que Dios nos ha ofrecido en Cristo Jesús, se continúa siendo esclavo de la maldad, y en lugar de hacer el bien se hará el mal, pues de la abundancia del corazón habla la boca.  Si hemos depositado nuestra fe en Cristo; si su Palabra y su Espíritu han hecho su morada en nosotros, démosle un nuevo rumbo a nuestro mundo y su historia proclamando el amor de Dios día tras día, pues no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y viva.  Dios no envió a su Hijo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él.

Los que hemos aceptado y hecho nuestra la salvación que Dios nos ofrece por medio de Jesús, su Hijo, continuamos siendo frágiles y expuestos a un sinnúmero de tentaciones, que muchas veces, por desgracia, nos desvían del camino de la salvación.  Y Dios, por medio de su Hijo, ha salido a buscar a sus ovejas, que se descarriaron seducidas por el mal, y al encontrarlas las ha cargado, jubiloso, sobre sus hombros.  La cruz que lleva sobre sus hombros es el hombre pecador, que va a ser redimido para que vuelva, purificado de todo pecado, a la casa del Padre.

El Señor se acerca; no dejemos que pase de largo junto a nosotros, sino que, en nosotros, haga su morada, y libres del pecado y de la muerte, nos haga dignos de participar de las moradas eternas.

Canten al Señor una canción nueva; canten al Señor, habitantes de toda la tierra; canten al Señor, bendigan su nombre; anuncien día tras día su salvación.  Hablen de su gloria y de sus maravillas ante todos los pueblos y naciones, porque el Señor es grande y muy digno de alabanza: más terrible que todos los dioses.  Los dioses de otros pueblos no son nada, pero el Señor hizo los cielos.  ¡Hay gran esplendor en su presencia!  ¡Hay poder y belleza en su santuario!  Den al Señor, familias de los pueblos, den al Señor el poder y la gloria; den al Señor la honra que merece; entren a sus atrios con ofrendas, adoren al Señor en su hermoso santuario.  ¡Que todo el mundo tiemble delante de él!  Digan a las naciones: "¡El Señor es Rey!" Él afirmó el mundo, para que no se mueva; Él gobierna a los pueblos con igualdad.  ¡Que se alegren los cielos y la tierra!  ¡Que brame el mar y todo lo que contiene!  ¡Que se alegre el campo y todo lo que hay en él!  ¡Que griten de alegría los árboles del bosque, delante del Señor, que viene!  ¡Sí, Él viene a gobernar la tierra, y gobernará a los pueblos del mundo con justicia y con verdad!  [Salmo 96]



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