Reflexión Cristiana – Lc. 10, 21-24

Lc. 10, 21-24

21 En aquella misma hora Jesús se regocijó en el Espíritu, y dijo: Yo te alabo, oh Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y entendidos, y las has revelado a los niños.  Sí, Padre, porque así te agradó.

22 Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre;(L) y nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre; ni quién es el Padre, sino el Hijo,(M) y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar.

23 Y volviéndose a los discípulos, les dijo aparte: Bienaventurados los ojos que ven lo que vosotros veis;
24 porque os digo que muchos profetas y reyes desearon ver lo que vosotros veis, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron. 

A menudo pienso en el ardiente deseo que hacía suspirar a los patriarcas acerca de la encarnación de Cristo. Y ello me hace experimentar una profunda confusión… ¿No es que la tibieza de nuestro propio deseo es muy grande? ¿A cuál de entre nosotros la manifestación de la gracia inspira un gozo tan vivo  como el deseo que alumbraba el corazón de los primeros santosí Sin duda son muchos los que se alegran de este nacimiento que ya muy pronto vamos a celebrar; sí, ¡Dios quiera que nuestro gozo sea causado por la Natividad del Señor y no por la vanidad y el consumo!

Devocionales Cristianos www.devocionalescristianos.org

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí