Un Mensaje a la Conciencia – LA LUZ SE HACE GRACIA

Un Mensaje a la Conciencia


27 dic 07

«LA LUZ SE HACE GRACIA»
por el Hermano Pablo

«Pinta tus figuras al natural, tal como son —le dijo el maestro a su alumno—. Si son depravadas, píntalas depravadas; si pobres, píntalas pobres; si desdichadas, desdichadas. Pero ilumínalas con luz radiante. Porque la luz se hace gracia.» Así fue como el alumno comenzó a pintar su obra maestra, «La adoración de los pastores». Sucedió en Roma, allá por 1600.

El maestro era Miguel Ángel Amerighi, llamado El Caravaggio, y el discípulo, Gerrit van Honthorst, joven holandés. El cuadro permaneció colgado durante casi cuatro siglos en la Galería de los Oficios, en Florencia, Italia, hasta que lo destruyó una bomba terrorista.

El Caravaggio, catedrático de la pintura, y los hombres de su escuela pictórica, se hicieron maestros del claroscuro. Se especializaron en temas religiosos, y pintaban las figuras humanas tal como eran en la vida real. Pero de en medio de las sombras surgía una luz que iluminaba y purificaba sus rostros. Esto dio origen a la frase: «La luz se hace gracia».

Lo interesante es que esa luz, que introducían sobre los rostros ásperos de los cuadros, emanaba de la figura de Jesucristo. Casi siempre era Cristo el centro de sus lienzos, y la iluminación que irradiaba de su semblante daba vida y energía al rostro más tosco, más feo y más repulsivo. De ahí el dicho: «La luz se hace gracia».

El hecho de que haya sido una anónima bomba terrorista la que dejó el gran cuadro hecho trizas evidencia la realidad del mundo actual. La violencia ciega, irrazonable, destructiva, no respeta ni arte, ni tradición, ni cultura ni religión, pero las copias de ese cuadro, y de otros similares de la época del Barroco, siguen proclamando el mismo mensaje: La luz se hace gracia.

En la existencia humana, la que vivimos todos en este mundo cruel, Cristo ilumina nuestra vida transformándola desde adentro. Podrá haber violencia, podrá haber engaño, podrá haber odio, pero el mensaje del Evangelio sigue siendo igual. La luz, la luz del Evangelio, la luz de Cristo, se hace gracia.

Jesucristo dijo: «Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida» (Juan 8:12). Él puede entrar en la vida más triste, más oscura, más perversa y más miserable, y puede cambiarla, maravillosamente, en luz. Para eso vino Cristo al mundo. Él quiere y puede ser la luz de nuestra vida. Dejemos que entre y la alumbre.

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