El capitán del barco miraba, a lo lejos, luces tenues en la oscuridad de la noche. De inmediato, ordenó a su guardavía a enviar el siguiente mensaje: «Altere su rumbo diez grados hacia el sur».
Enseguida, fue recibida la réplica: «Altere el suyo diez grados hacia el norte». Se enfadó el capitán, ya que su comando había sido ignorado.
Así pues, mandó un segundo mensaje: «Yo soy el capitán. Altere su rumbo diez grados hacia el sur». Al ratito, vino la respuesta: «Yo soy el marinero tercera clase Martínez. Altere su rumbo diez grados hacia el norte». Pensando infundir temor, el capitán respondió: «Estoy al mando de un buque de guerra», a lo cual se contestó: «Y yo estoy al mando de un faro».
En la noche oscura y neblinosa de nuestros tiempos se escuchan muchas voces distintas que vociferan órdenes, diciéndonos lo que debiéramos hacer o cómo encaminar nuestra vida.
Una voz en particular se hace escuchar en medio de las tinieblas, señalándonos un rumbo contrario a las indicaciones de las demás, una trayectoria que quizás parezca irracional. Se trata de la voz de quien es la Luz del mundo, voz que ignoramos a gran riesgo nuestro.
Proverbios 11:2 «Cuando viene la soberbia, viene también la deshonra: Mas con los humildes es la sabiduría»
Salmos 37:11 «Pero los mansos heredarán la tierra, Y se recrearán con abundancia de paz»
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