Devocional Cristiano – El Espiritu del Señor nos acompañara siempre

Devocional Cristiano – El Espiritu del Señor nos acompañara siempre

Te daré gracias, Señor, de todo corazón; te cantaré himnos delante de los dioses. Me arrodillaré en dirección a tu santo templo para darte gracias por tu amor y tu verdad, pues has puesto tu nombre y tu palabra por encima de todas las cosas. Cuando te llamé, me respondiste, y aumentaste mis fuerzas. Todos los reyes del mundo te alabarán al escuchar tus promesas. Alabarán al Señor por lo que él ha dispuesto, porque grande es la gloria del Señor. Aunque el Señor está en lo alto, se fija en el hombre humilde, y de lejos reconoce al orgulloso. Cuando me encuentro en peligro, tú me mantienes con vida; despliegas tu poder y me salvas de la furia de mis enemigos. ¡El Señor llevará a feliz término su acción en mi favor! Señor, tu amor es eterno; no dejes incompleto lo que has emprendido [Salmo 138]

Jesús, preparando a sus discípulos para el sacrificio que le tocaba realizar, les anunció que el Espíritu Santo vendría a ocupar su lugar cuando Él volviera a su Padre. Sabía que se angustiarían y se entristecerían, pero quería que supieran que era mucho mejor que Él se fuera, porque solamente así podría derramarse el Espíritu Santo sobre todos ellos [Juan 16,4 – 16]

Habiendo convivido con Cristo y sin haber experimentado la constante presencia del Espíritu Santo, es comprensible que los discípulos se hayan sentido desorientados y afligidos. ¿A quién le gustaría cambiar el presente conocido por un futuro incierto? Es natural sentirse atemorizado y desconcertado cuando hay que dejar aquello que nos hace sentirnos seguros, para iniciar algo nuevo y desconocido. Pero Jesús nos pide que depositemos en sus manos el control de nuestra vida, para que Él lleve a cabo en nosotros la obra transformadora del Espíritu Santo.

Salvados y renovados por Él, quien está sentado a la diestra de su Padre Dios, ha enviado a nosotros su Espíritu Santo, para que acompañe nuestro caminar por este mundo y podamos ser testigos de la vida nueva de la que hemos sido hechos partícipes. El mundo conocerá desde el amor, desde la entrega, desde la glorificación de Cristo a los auténticos discípulos del Señor, y sabrá que quien permanezca en el pecado aún no conoce a Dios ni el amor que nos tiene, y que por tanto la victoria de Cristo sobre el príncipe de este mundo, es algo inútil en el pecador, aun cuando con los labios llame Padre a Dios, el único Justo, el único en quien podremos ser santificados y salvados para siempre.

Estamos llamados a denunciar el pecado que ha esclavizado muchos corazones, y que ha hecho que muchas personas se conviertan en injustas, generadoras de maldad, destructoras de la paz, envenenadoras de inocentes, buscadoras de una economía desahogada y del disfrute de los bienes materiales a cualquier costo. No sólo hemos de preocuparnos de la atención de los pobres, de los enfermos, de los desvalidos, de los pecadores. Debemos ir a la raíz de todos estos males y hacer que la Victoria de Cristo llegue a todos los corazones de tal forma que seamos capaces de construir una sociedad más justa y más fraterna.

¡¡¡Señor, Dios mío, te pido que me llenes de la vida del Espíritu Santo. Pongo mi futuro en tus manos, Señor, seguro de que tu gracia me fortalecerá para no dudar nunca de tu amor!!!

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