Devocional – Dios tiene sus planes

Devocional – Dios tiene sus planes


El propósito de Dios abarca una dimensión cósmica, y al ignorarlo voluntariamente dices unas palabras muy sentidas y dignas de comprensión, pero necias y superficiales. Aceptamos la voluntad de Dios… siempre que en la adversidad se vean involucrados otros. Pero ¿qué sabemos del plan de Dios en su complejo conjunto?
Muchas cosas pueden ocurrir dentro de cinco años, cinco meses o cinco minutos. ¿Qué sabemos de las repercusiones que tendrá un hecho que ahora contemplamos con tan corta y estrecha perspectiva? 

Ese hecho que nos produce la angustia y el apuro inmediato y acompañado siempre de la misma pregunta. ¿Por qué a mí? Y es que nuestro dolor de muelas nos preocupa y afecta en determinado momento, más que todas las desgracias que ocurren en todo el mundo.

Jesús mismo dijo en la cruz: Dios mío, ¿por qué me has desamparado? (Mateo 27:46). Él sabía cuál era su misión y el porqué y para qué estaba clavado en la cruz. Pero también era hombre. Entregándose con toda confianza en medio del atroz tormento pronunció sus maravillosas palabras de entrega: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. (Lucas 23:46).

Hubo tinieblas en aquella hora, el velo del templo se rasgó y la tierra tembló. Pero aquello tenía que suceder y sucedió. Si conoces las consecuencias del sacrificio de Cristo y el valor de su sangre no tendrás que inquirir por qué y para qué fue todo aquello.

Si Cristo vive en ti por la fe ya tienes la mente de Cristo (1ª Corintios 2:16). Comprenderás así que todo fue consumado por el «determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios» (Hechos 2:23).

Tú, como creyente y beneficiario privilegiado de aquellos hechos y de la gloria que trajeron para Cristo y para ti, comprenderás también que tu dolor y angustia de ahora son también determinados por designio de Dios.

Si llegas a entender y a asumir que tu padecimiento es usado por el Padre con unas consecuencias y un fruto que tú ahora no puedes conocer, podrás decir sabiendo su valor eterno: «en tus manos me entrego; haz de mí como bien te parezca. No entiendo, pero acepto. Sea ahora tu misericordia para consolarme», y esperarás en paz.

Y es que en un momento somos lo mejor, y al siguiente estamos destrozados y todas nuestras aspiraciones arruinadas.
En un instante estamos conduciendo, plácida y gozosamente, el más flamante automóvil, y segundos después podemos ser con él un montón de chatarra Como dice el poeta: «Todo nuestro vivir es emprestado» (A. MACHADO.).

Ante la frontera de lo desconocido sólo resta confiar en la mano de Dios, y con toda tranquilidad y paz decirle con todas nuestras veras: «Sé que me amas, Señor creador del Cielo y de la Tierra; que tú eres omnipotente, que todo es tuyo y yo sólo soy una insignificante criatura que no puede llevar sobre sus débiles hombros el peso de su propia vida. Como lo has decidido así lo acepto, porque no soy yo el protagonista sino Tú; Tú sabes y yo no». Hágase en mí conforme a tu palabra (Lucas 1:38).

Hamlet, con motivo de la muerte de su padre desespera y clama. Otro dice: Sabemos que las cosas han de suceder necesariamente, como son la muerte y las calamidades, y que son tan comunes como la cosa más vulgar de cuantas se ofrecen a los sentidos. ¿Por qué con terca oposición hemos de tomarlo tan a pecho? Ese es un pecado contra el Cielo, una ofensa a los que murieron, un delito contra la naturaleza, el mayor absurdo contra la razón. Todos, muertos o vivos, no han podido dejar de exclamar. ¡Así ha de ser! (SHAKESPEARE).

Y así es y seguirá siendo. Despotricar porque llueva o haga calor es una bobada porque no habrá modificación de lo ue pasara. Todo lo más (y eso es lo recomendables aceptar), que así son las cosas, y tratar de evitar en lo posible que nos aflijan doblemente a causa de nuestra rebeldía.

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