Devocional – ¿Negligente yo?

Devocional – ¿Negligente yo?
 
¡Maldito el que sea negligente para realizar el trabajo del Señor!
Jeremías 48:10


El historiador Josefo dice que las profecías de Jeremías en relación con la destrucción de Moab fueron cumplidas en el año 23 del reinado de Nabucodonosor, todo este capítulo de Jeremías es una profecía contra un pueblo ocioso que había confiado y descansado en sus riquezas acumuladas y en sus obras pasadas.

Quizá ello lo había convertido en un pueblo apático y hasta haragán, que “ha reposado sobre sus heces” (Jeremías 48:11). Jeremías trata de hacer recapacitar a Moab y la trata como si fuera una hija rebelde, le dice que no confíe en sus tesoros y que deje de dormir confiada en que nada le ocurrirá, ella se había atrevido a declarar – ¿quién se atrevería a atacarla?- Y siguió descansando sobre su orgullo y negligencia, sin contar que Dios no puede ver desidia y desgano sin que sea castigado.

La palabra negligente tiene como sinónimos, palabras fuertes como ocioso, perezoso, vago, desocupado, haragán, indolente, apático, dejado, flojo y desganado.

“Las manos ociosas conducen a la pobreza; las manos hábiles atraen riquezas” Proverbios 10:4

Pero esta cita me llama poderosamente la atención porque no solo hacen mención de un ocioso cualquiera, sino el que se porta con negligencia para realizar la obra de Dios, él tal dice la Biblia, es maldito.

¡Con razón los que hemos tomado la responsabilidad de formar parte de los obreros y siervos que llevan adelante la Obra de Dios, debemos tener tanto temor y temblor por cada paso que damos, por cada actitud que tenemos, por ser diligentes y responsables porque nuestro Jefe Superior espera más que cumplir un horario, él quiere responsabilidad y entrega, amor y mucho temor.

No solo los pastores llevamos adelante la Obra de Dios, cada hermano, cada convertido y cristiano nacido de nuevo, debe ser hábil para la obra de Dios, ser prevenido y no quedarse dormido en el tiempo de la cosecha, debe saber acatar órdenes y no quedarse dormido o sentirse enfermo a la primera prueba, en verdad Dios renueva las fuerzas y sabe dar la habilidad necesaria al que quiere obedecer y ser responsable por la obra que le ha sido encomendada.

El de manos diligentes gobernará; pero el perezoso será subyugado Prov. 12:24

Algunos negligentes en la Obra de Dios:

1. Los levitas.- 2 Crónicas 24:5

Reunió a los sacerdotes y a los levitas, y les dijo: «Vayan por las ciudades de Judá y recojan dinero de todos los israelitas, para reparar cada año el templo de su Dios. Háganlo inmediatamente.» Sin embargo, los levitas fueron negligentes.

2. Ministros.- 2 Crónicas 29:11

Así que, hijos míos, no sean negligentes, pues el Señor los ha escogido a ustedes para que estén en su presencia, y le sirvan, y sean sus ministros, y le quemen incienso.»

¿Por qué será que en la Obra de Dios se infiltran algunos que provocan flojera, desidia y dejadez hasta lograr que todos caigan en la misma actitud ociosa y sin fruto? Porque el diablo justamente quiere que la obra se detenga, que la Iglesia no avance, que la actitud de cansancio predomine, que el estrés lleve a todo el mundo a vacacionar, que la palabra de Dios deje de tener poder.

“El que es negligente en su trabajo confraterniza con el que es destructivo” Proverbios 18:8-10.

La negligencia no debe tener cabida en ministros que tienen comunión diaria con Dios, la negligencia es amiga del diablo homicida que quiere hacer que la Iglesia retroceda, pero ¿acaso el Hades puede prevalecer contra la Iglesia del Señor? ¡Nunca! Sin embargo, cómo engaña y la hace lenta con ministros que se toman su tiempo para “respirar”.

Daniel 6:4

Entonces los administradores y los sátrapas empezaron a buscar algún motivo para acusar a Daniel de malos manejos en los negocios del reino. Sin embargo, no encontraron de qué acusarlo porque, lejos de ser corrupto o negligente, Daniel era un hombre digno de confianza.

De niña él fue mi héroe, Daniel fue un hombre de confianza, por eso, los leones hambrientos no pudieron arañarlo, tampoco aquellos que iban tras sus pasos encontraron huellas para acusarlo, imagino a Daniel como un hombre esforzado, diligente, responsable, humilde y trabajador, ¡cómo deseo imitarlo!

Pero las justificaciones para el descanso son muchas y es difícil darle un después a tantas provocaciones para dormir, pero no hay tiempo para ser negligente, Dios me quiere, te quiere trabajando, no seas indiferente, la desidia es pecado, sumérgete en la Obra de Dios, sus beneficios son incontables.

Dios hará prosperar la Obra de tus manos
Con amor

Martha V. de Bardales

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