¡TE AMO SEÑOR FORTALEZA MÍA!

¡TE AMO SEÑOR!

Posiblemente, el verbo amar y el sustantivo amor son las palabras más tergiversadas y menos comprendidas dentro del vocabulario de la humanidad a nivel universal.

La misma definición de la Real Academia Española: “un sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro con otro ser” o “un sentimiento hacia otra persona que naturalmente nos atrae y que procurando reciprocidad en el deseo de unión nos completa, alegra y da energía para convivir, comunicarnos y crear”; si bien es cierto tiene ciertos elementos verdaderos, aun así está muy lejos de describir lo que las Sagradas Escrituras nos enseñan acerca del “AMOR” que es parte de la naturaleza intrínseca de Dios.

La mayoría de las publicaciones seculares también describen al amor como un “sentimiento de intensa atracción emocional y sexual”; confundiendo la relación íntima de un hombre y una mujer con la expresión de “hacer el amor”.

Un gran número de estudiosos de la materia, sostienen que es mejor usar la palabra “querer”; debido al carácter abstracto que envuelve a la palabra “amor” y también a la falta de comprensión de lo que en realidad la palabra significa.

Y siendo honestos, ¿quién de nosotros puede realmente entender las palabras que escribió el apóstol Juan de que “DIOS ES AMOR?

En esto se mostró el AMOR DE DIOS para con nosotros, en que Dios envió a Su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por Él. En esto consiste el AMOR, no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que EL NOS AMÓ A NOSOTROS, y envió a Su Hijo en propiciación por nuestros pecados (1 Juan 4:10).

¿Quién de nosotros puede realmente entender las palabras que el mismo Jesús le dijo aquella noche a Nicodemo, un principal entre los judíos: “De tal manera AMO DIOS AL MUNDO, que ha dado a Su Hijo unigénito…” (Juan 3:16).

Pedro, tampoco entendió cuando Jesús le preguntó al comienzo de la conversación que tuvieron en una pequeña playa rocosa a orillas del Mar de Galilea después de Su resurrección: “¿Me Amas?, ¿Me Amas más que estos?

Tres veces, nuestro Señor tuvo que hacerle la misma pregunta, hasta que el apóstol comprendiendo lo que se le preguntaba, contestó sinceramente: “¡Señor, tú sabes que te AMO!” (Juan 21:15-17).

Jesús, no le estaba preguntando a Pedro si lo “quería”, lo “apreciaba” o si tenía algún “sentimiento intenso” hacia su persona.

El Maestro, le estaba preguntando a su discípulo si en realidad lo AMABA con el mismo AMOR que Su Padre y Él lo amaban.

En la oportunidad que Samuel le comunicó a Saúl que su reino no sería duradero por haber desobedecido los mandatos de Dios, también le dijo que Dios ya había encontrado a un “varón conforme a Su corazón” (1 Samuel 13:14).

En las Sagradas Escrituras, no hay otra persona fuera de David a quien se la haya descrito con las palabras de que era un “varón conforme al corazón” de Dios y creo que esto se debe a que desde su juventud hizo suyo el mandamiento que Dios le mandó a Moisés que lo enseñara a Israel:

“AMARAS A JEHOVÁ TU DIOS DE TODO TU CORAZÓN, Y DE TODA TU ALMA, Y CON TODAS TUS FUERZAS” (Deuteronomio 6:5).

Y como prueba de lo que he escrito en el párrafo anterior, en el Salmo 18 encontramos al rey David comenzando su cántico de acción de gracias a Dios por haberlo librado de la mano de sus enemigos y de la mano de Saúl, con las palabras: ¡TE AMO, OH JEHOVÁ! (vs.1).

¿Qué quiso expresar David al decir ¡TE AMO, OH SEÑOR!?

Matthew Henry en su comentario de este versículo nos dice que David tenía un “afecto entrañable” por Dios.

David tuvo una relación con Dios que era profunda, íntima, sin barreras y sin límites. Su “afecto entrañable” hacia Dios lo hizo notorio escribiendo 73 Salmos y probablemente otros tantos de los 50 Salmos que son anónimos.

¿Amamos nosotros a Dios y a Jesús como David los amó?

“Nuestro Dios trino merece el amor más férvido de nuestros corazones.” (Spurgeon)