¿A dónde lleva la muerte?

 

¿A dónde lleva la muerte?

En el año 410 d.C., los bárbaros germánicos conocidos como los godos saquearon la ciudad de Roma. Durante la invasión se mataron a muchos cristianos de maneras espantosas y crueles.

En medio de esta tragedia, el gran teólogo Agustín (354-430) escribió su obra clásica La ciudad de Dios. Sus reflexiones, escritas hace 16 siglos, todavía son frescas hoy.

Agustín escribió: «El final de la vida pone a la vida más larga a la par con la más corta. . . . La muerte se vuelve maligna sólo por medio de la retribución que le sigue. Entonces, aquellos destinados a morir no tienen que inquirir acerca de qué muerte han de morir, sino a qué lugar los va a arrojar la muerte.»

Para los que confían en Jesucristo, la muerte no es un alguacil de policía que nos arrastra hasta un tribunal, sino un siervo que nos lleva a la presencia de un Señor de amor. El apóstol Pablo entendía esto. Él veía la vida y la muerte desde la perspectiva de Cristo. Puesto que él sabía a dónde lo llevaría la muerte, podía declarar osadamente: «Devorada ha sido la muerte en victoria» (1 Corintios 15:54).

Todos los cristianos pueden tener ese mismo valor. Gracias a la muerte y resurrección de Cristo, los que ponemos nuestra fe en Él podemos ver la muerte, no como un punto, sino como una coma que precede a una gloriosa eternidad con nuestro Señor. –HWR

LA MUERTE NO ES PUNTO SINO SÓLO UNA COMA.

. . . a Dios gracias, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo. –1 Corintios 15:56-57.

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