Carlos Rey – Honor mal entendido

 

HONOR MAL ENTENDIDO

por Carlos Rey
Era la noche del 23 de diciembre de 2005, la víspera de lo que debiera haber sido «Nochebuena» en la aldea de Gago Mandi en la provincia oriental de Punjab en Pakistán. A Rehmat Bibi, esposa del obrero Nazir Ahmed de cuarenta años de edad, la despertó un grito. Al abrir los ojos, vio algo indescriptible: ¡su esposo acababa de taparle la boca a su hija Muqadas, de veinticinco años, y estaba cortándole el cuello con un machete! Acto seguido, Bibi observó horrorizada cómo su esposo mataba del mismo modo a sus otras tres hijas —Bano, de ocho años; Sumaira, de siete; y Humaira, de cuatro— deteniéndose entre matanza y matanza sólo para blandirle el machete a ella, advirtiéndole que no se metiera ni gritara.

«Yo estaba temblando de miedo; no sabía cómo salvar a mis hijas —relató Bibi, posteriormente, entre sollozos—. Le rogué a mi esposo que no las matara, pero él dijo: “¡Si haces el menor ruido, te mato!” Toda esa noche la tuve que pasar frente a los cuerpos de mis hijas.»

Por su parte, Ahmed, que no fue arrestado hasta la mañana siguiente, no mostró ninguna señal de arrepentimiento. Por el contrario, declaró que había comprado un cuchillo de carnicero y un machete después de las oraciones del mediodía ese viernes, y los había escondido en la casa, y que mató a su hijastra Muqadas porque ella había cometido adulterio. En cuanto a sus propias hijas, dijo: «Yo pensé que las niñas harían lo mismo que había hecho su hermana mayor, así que debían ser eliminadas.» Y añadió: «Nosotros somos pobres, y no tenemos nada más que salvar que nuestro honor.»

Para colmo de males, Ahmed manifestó: «Me gustaría tener la oportunidad de eliminar al joven con el que ella se escapó, y prenderle fuego a su casa.»1

Eso sí que a Ahmed le pudo haber resultado difícil o imposible lograrlo, ya que él había creído, sin necesidad de pruebas, la acusación de adulterio de parte del esposo de Muqadas, mientras que los que conocían el caso alegaban que la pobre mujer había huido de su esposo porque él la había maltratado y la había obligado a trabajar en una fábrica haciendo ladrillos. Lo cierto es que el tal adúltero, presunto amante de la víctima, no apareció por ninguna parte.

Muqadas era la hija que le había dado a Bibi su primer esposo, hermano de Ahmed, que había muerto hacía catorce años. Ahmed se había casado con la viuda de su hermano, como se acostumbra en la tradición musulmana.

¡Qué triste que en esa tradición no se siga la enseñanza de San Pedro! Con eso nada más, se hubiera evitado semejante tragedia. Pues el venerado apóstol, luego de decirles a las mujeres que se sometan a sus esposos, les dice a los hombres que sean considerados con sus esposas, tratándolas con honor y con la delicadeza que les hace falta, como coherederas del don de la vida. Y en cuanto a sus relaciones con los demás, les dice que sean compasivos y humildes, y que no devuelvan mal por mal, sino que busquen la paz y la sigan. De lo contrario, será en vano que eleven a Dios sus oraciones.2


1 «Pakistani slays daughters to salvage “honor”» (Pakistaní mata a hijas para salvar «el honor»), MSNBC World News, 28 diciembre 2005 (Associated Press) <http://msnbc.msn.com/id/10628136/> En línea 9 marzo 2006.
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