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Estas «Décimas al desengaño de la vida» se desprenden de la pluma del doctor Isidro de Sariñana en el lejano siglo diecisiete durante el virreinato de la Nueva España. En ellas el ilustre poeta juega con nuestro concepto del tiempo, y desde ese marco cronológico emite con claridad meridiana verdades profundas. Tal vez no haya sido el primero en enunciarlo, pero no por eso deja de ser cierto: Hoy llega a ser el ayer del mañana, y la vida es tan efímera que se esfuma sin que haya nadie que pueda impedirlo. En el Salmo 103 el rey David asevera:
Y en una carta abierta, el apóstol Santiago exhorta: «Ahora escuchen esto, ustedes que dicen: “Hoy o mañana iremos a tal o cual ciudad, pasaremos allí un año, haremos negocios y ganaremos dinero.” ¡Y eso que ni siquiera saben qué sucederá mañana! ¿Qué es su vida? Ustedes son como la niebla, que aparece por un momento y luego se desvanece.»3 Tiene toda la razón el doctor de Sariñana. ¿Cómo no vamos a arrepentirnos de nuestras culpas hoy, si hoy Dios está presto a perdonarnos, y mañana tal vez no sea más que el ayer en que pudimos habernos salvado de la condenación eterna? Más vale que dejemos a un lado toda presunción humana, y que clamemos de corazón como lo hace David en el Salmo 39:
En nuestras propias palabras digámosle a Dios:
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