La Seguridad Futura

 

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Por las misericordias de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias. Nuevas  son cada mañana; grande es tu fidelidad. Lamentaciones 3: 22, 23

El libro de Lamentaciones fue escrito por el profeta Jeremías inmediatamente  después de la caída de Jerusalén. Refleja el llanto desesperado, y el profundo dolor que experimentaron aquellos que contemplaban la horrible desolación causada por el enemigo. Sus casas habían sido destruidas, sus familiares y amigos habían sido muertos o llevados cautivos con gran violencia y dolor a una tierra lejana. El templo, símbolo de la presencia de Dios,   había sido destruido y quemado por el enemigo. Este era uno de los dolores  más grandes del profeta. Con palabras de la más alta inspiración poética, expresa su dolor: «Las calzadas de Sion tienen luto, porque no hay quien venga a las fiestas solemnes. Todas las puertas están asoladas, sus sacerdotes gimen, sus vírgenes están afligidas, y ella tiene amargura»  (Lam. 1: 4).

 Todo lo que representaba  seguridad  para Judá se había extinguido.  Su ejército había sido derrotado,  sus armas fueron tomadas por los babilonios, la nación fue dispersada, las familias fueron separadas, su centro de adoración fue profanado.

Solamente aquellos que han experimentado un gran dolor pueden comenzar a comprender la desgarradora angustia que el profeta expresa en Lamentaciones. En otra parte exclamó: «¡Oh, si mi cabeza se hiciese aguas, y mis ojos fuentes de lágrimas, para que llore día y noche los muertos de la hija de mi pueblo!» (Jer. 9:1).

 

¿Has sufrido un gran dolor? ¿Has llorado noches enteras por una pérdida irremediable? Entonces, tienes un compañero en el dolor: el profeta Jeremías.

Haz  lo que hizo él. Da las gracias a Dios por la vida, porque has sobrevivido. La confianza en Dios no se basa en un sueño, una ilusión o en el entusiasmo irracional del fanatismo. Se trata de una perfecta confianza en un Dios que ha demostrado hasta lo sumo su fidelidad. Sería lógico abandonar la fe en Dios ante tanto dolor. Pero, gracias a él, siempre hay columnas que se mantienen firmes después del terremoto. Siempre hay almas convencidas de que la noche no durará para siempre. Corazones con una fe tan firme que es capaz de sobrevivir cualquier tribulación. Jeremías era uno de ellos.

El cristiano solo puede buscar seguridad en Dios. «Alzaré mis ojos a los montes, de donde vendrá mi socorro, mi socorro viene de Jehová que hizo los cielos y la tierra» (Salmo 121: 1, 2). Tenemos una protección que va más allá de las armas o edificios terrenales, porque se encuentra en las manos del Todopoderoso. En esas manos tu futuro está seguro.

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