Mañana Es Para Siempre – Devocional Cristiano

 

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Mañana Es Para Siempre 

Se ha puesto de moda (al menos en los Estados Unidos), que mientras se está presentando un partido de fútbol soccer por la televisión; el relator y el comentarista aprovechan la oportunidad para anunciar la presentación de una película en el futuro próximo de la programación del canal o también para recordarle a la audiencia que no se olviden de ver el siguiente capítulo de la telenovela que en el presente está cautivando las mentes de cientos de miles de personas. 

Las telenovelas nunca atrajeron mi atención, pero recuerdo que por muchos años en la década de los 60′, mis padres con un mate en la mano y mi hermana masticando Chiclets Adams; se sentaban religiosamente frente a la caja con dos cuernos, a la hora en que se presentaba un episodio más de «El Amor Tiene Cara De Mujer», originalmente una producción argentina que la televisión mexicana hiciera un «remake» hace unos años atrás. 

Así que, mis antenas cerebrales no están programadas o sintonizadas para la recepción de comerciales acerca de telenovelas; pero esta vez el título cautivó mi atención:«MAÑANA ES PARA SIEMPRE» 

Recuerdo que de mis labios inmediatamente surgió la expresión: ¡Qué título para escribir un artículo! y relacionarlo con la fe y la esperanza que abrigamos en nuestro corazón. 

El libro de Eclesiastés, escrito por Salomón, hijo de David, es una joya de la literatura, especialmente para todos aquellos que nos gusta plasmar nuestros pensamientos en tinta y papel.  

Reconozco que «toda la Escritura es inspirada por Dios» (2 Timoteo 3:16) y que «los santos hombres de Dios hablaron (o escribieron) siendo inspirados por el Espíritu Santo» (2 Pedro 1:21); pero a mi criterio Dios no pudo escoger a nadie más calificado que Salomón para escribir Eclesiastés. 

En el capítulo 3 leemos: «Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora. Tiempo de nacer, y tiempo de morir…» (vs. 1, 2) 

No hay otro libro en la Biblia, como en el libro de Eclesiastés; que desde su primer capítulo hasta el último, su autor nos confronte constantemente con la realidad de que nuestra vida es finita y de que vamos a «morir«. 

Y, aunque hemos leído también que «los que viven saben que han de morir» (9:5); estoy seguro que todos los lectores como un servidor no se levantan en las mañanas exclamando: ¡Ojalá, me muriera hoy! ¿Verdad que no lo hacen? 

La realidad es que vamos a «morir» y que «no hay hombre que tenga potestad sobre el espíritu para retener el espíritu, ni potestad sobre el día de la muerte; y no valen armas en tal guerra» (8:8) 

Los señores Carlos Slim, Bill Gates o Donald Trump no podrán usar el «arma del dinero» para «vencer la guerra» del día en que Dios ha decretado para ellos morir; ni tampoco hombres como los Chávez o los Castros podrán usar el «arma de la manipulación e intimidación» como lo hacen con sus pueblos para dilatar el día que Dios ha señalado para terminar con sus vidas. 

El sabio resumió todo lo expresado anteriormente de la manera siguiente: «Todo va a un mismo lugar; todo es hecho del polvo, y todo volverá al mismo polvo» (4:20). 

¿Pero es la «muerte» el fin de todo para nosotros los Cristianosí 

Si bien es cierto Salomón nos confronta una y otra vez con el tema de la «muerte» y de la «vanidad» de nuestra vida; asimismo no nos dejó sin esperanza y escribió : «Mejor es el día de la muerte, que el día del nacimiento» (7:1)  

¿Mejor es el día de nuestra muerte que el día de nuestro nacimiento? 

Una aseveración tal es locura para el hombre natural o carnal; pero no para el hombre espiritual. 

En sus viajes misioneros, el tema central que Pablo presentaba a sus oyentes ya sea que fueran judíos o gentiles era Cristo y a éste resucitado: “la esperanza de Israel” (Hechos 28:20), “la esperanza de la promesa” (Hechos 25:6), y “la esperanza de la resurrección de los muertos”. (Hechos 23:6) 

La fe de Pablo estaba sólidamente cimentada en la resurrección de los muertos a tal grado que les escribió a los miembros de la Iglesia de Corinto: “SI CRISTO NO RESUCITO, VANA ES ENTONCES NUESTRA PREDICACION, VANA ES TAMBIEN NUESTRA FE.” (1 Corintios 15:14) 

Por tanto”, exhortó a su discípulo Timoteo: “no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor…sino participa de las aflicciones del evangelio según el poder de Dios, quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos, pero que ahora ha sido manifestada por la aparición de nuestro Salvador Jesucristo, EL CUAL QUITO LA MUERTE Y SACO A LUZ LA VIDA Y LA INMORTALIDAD POR EL EVANGELIO. ( 2 Timoteo 1:8-10) 

Alejandro Fernández, es el cantante que interpreta la canción principal de la telenovela que inspiró mi artículo y el coro dice así: “Sé que hay una fe que no se acaba, una luz y una mirada que nos volverá a encontrar.” 

Obviamente el autor de la canción está pensando en la fe de dos personas que fueron separadas por circunstancias ajenas a su voluntad, pero que todavía se aman, y abrigan una esperanza de volverse a encontrar un día no muy lejano.  

El pecado de Adán y Eva, los destituyó a ellos y a nosotros de continuar en la presencia de la gloria de Dios; pero “de tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su Hijo Unigénito, para que todo aquel que en El cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” (Juan 3:16) 

La muerte para un Cristiano no es el fin de todo, sino el cumplimiento de nuestro encuentro con Aquel que nos amó primero, que dio Su vida en la cruz del Calvario y que resucitó para fortalecer nuestra fe y para que vivamos con la esperanza de volverlo a ver cara a cara. 

Y nosotros como Pablo, deberíamos pregonar a los cuatros vientos y con toda seguridad: “Yo sé a quién he creído, y estoy seguro que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día” (2 Timoteo 1:12) 

¿Ahora entienden porqué Salomón pudo escribir “Mejor es el día de la muerte, que el día del nacimiento”? 

Salomón y Pablo creyeron que para un hijo de Dios: ¡MAÑANA ES PARA SIEMPRE! ¿Y Usted? 
 

 

Autor:

Sergio A. Perelli

Para www.devocionalescristianos.org

 

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