¿De qué sirven los ídolos ocultistas?

 

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ídolos ocultistas

Ps. Fernando Alexis Jiménez

A Dioselina Alvarado le ofendió mucho que los habitantes de Anhuar, una aldea remota en Brasil, entraran amparados en la oscuridad de la noche y destruyeran el pequeño templo de santería que había construido en el patio de su casa.

         Hombres y mujeres  obraron movidos por la ira después de que la mujer formulara un agua, supuestamente con poderes, que suministraron a una niña enferma con gastroenteritis, la cual finalmente murió dos días más tarde.

         Por aquel obrar supuestamente milagroso, Dioselina cobró el valor del equivalente a dos ovejas. Los estafó. Negoció con el dolor ajeno.

         Cuando la hechicera se levantó, pasadas las seis de la mañana, encontró sus ídolos volcados por el suelo. Algunos estaban quebrados, otros incinerados.

         No quedaba rastro del santuario que fue el orgullo de la mujer por muchos años. ¡Por fin los habitantes de Anhuar habían abierto sus ojos!.

         ¿Qué tan efectivos son los ídolosí

         Hoy día decenas de personas sucumben ante los engaños de la idolatría. Creen en sinnúmero de doctrinas que no hacen otra cosa que cubrir el engaño. Constituyen la mampara del demonio para seguir cegando a las personas.

         Lo más grave es que hay quienes creen que pese a creer y adorar a tantos ídolos, aún así son escuchados por Dios. ¡Tremendo error! Nuestro amado Padre no puede ser engañado.

         El salmista escribió: “¿Quién puede subir al monte del SEÑOR?¿Quién puede estar en su lugar santo? Sólo el de manos limpias y corazón puro, el que no adora a ídolos vanos, ni jura por dioses falsos. Quien es así recibe bendiciones del SEÑOR; Dios su Salvador le hará justicia.”(Salmo 24:4, 5. NVI). 

         En tanto usted siga sumido en enseñanzas de error y crea en imágenes, conjuros, supuestas aguas y riegos con poderes, y toda suerte de estratagemas del diablo, no recibirá bendición.

         Cuando eleve sus manos a Dios en oración, debe hacerlo con pureza, limpio de toda idolatría…

© Fernando Alexis Jiménez

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