El Cordero de Dios

El Cordero de Dios

«Dios proveyó un cordero»

Isaac es un tipo de Cristo en Genesis 22 La historia de Abraham en el Antiguo Testamento es la base de la enseñanza de la Expiación en el Nuevo Testamento, la ofrenda sacrificial del Señor Jesús en la cruz por el pecado de la humanidad.  Jesús dijo, muchos siglos después, “Abraham vuestro padre se gozó de que había de ver mi día; y lo vio y se gozó.” (Juan 8:56).  Veamos en seguida algunos de los paralelos entre las dos narraciones bíblicas.

* “Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac…” (Gen.  22 : 2); “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que a dado a su Hijo unigénito,…” (Juan 3:16).

* “…y vete a tierra de Moriha, y ofrécelo allí en holocausto…” (Gen.  22:2); se cree que esta área es donde fue construida muchos años después la ciudad de Jerusalén, donde Jesús fue crucificado fuera de los muros de esa ciudad (Hebreos 13:12).

* “… y ofrécelo allí en holocausto…” (Gen.  22: 2) “… Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras.” (1 Corintios 15:3).

* “Y tomó Abraham la leña del holocausto, y la puso sobre Isaac su hijo..” (v.  6) “Y él, cargando su cruz,…” (Juan 19:17).

* “… ¿dónde está el cordero para el holocausto?  (Gen 22: 7) “..  vio Juan a Jesús que venía a él y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.” (Juan 1:29).

* Isaac, el hijo, actuó en obediencia a su padre, convirtiéndose en el sacrificio (Gen:22 9); Jesús oró diciendo: “Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú.” (Mateo 26:39).  

* Resurrección – Isaac como figura y Jesús como realidad:

“Por la fe Abraham cuando fue probado, ofreció a Isaac; y el que había recibido las promesas ofrecía su unigénito, habiéndosele dicho: En Isaac te será llamada descendencia; pensando que Dios es poderoso para levantar aun de entre los muertos, de donde, en sentido figurado, también le volvió a recibir.” (Hebreos 11:17-19); Jesús verdaderamente, “que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras.” (1 Corintios 15:4).

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