Cuidado Con Los Frutos De la Belladona

bananas

Confía en el Señor, y haz el bien; Y habitarás en la tierra, y te apacentarás de la verdad» (Salmos 37:3).

«Mire, papá», gritó un niño, «que bellas frutas yo encontré». El color se fugó inmediatamente del rostro del padre. «¿Comió alguna?» preguntó aterrorizado. «No, papá, no comí ninguna» contestó el hijo. «Entonces me entregue todas, para que pueda lanzarlas bien lejos». «¿Por qué va a echar las mas bonitas zarzamoras negras, papá? Tuve un enorme trabajo para encontrarlas». Existían lágrimas en los ojos del niño pero, mismo así, entregó las frutas al padre.

«¿por qué papá?» preguntó nuevamente el niño. Su padre contestó: «Éstos son los frutos ponzoñosos de la belladona.»

Muchas veces corremos tras cosas que juzgamos bonitas, agradables y encantadoras. Creemos que al encontrarlas estamos empezando a vivir nuestra tan soñada dicha.

Exultamos, contamos para todos pero, displicentemente, olvidamos de contar para la persona que vendríamos a consultar en primer lugar: nuestro Padre celestial.

Nadie conoce más la dicha del que el Rey de los reyes y Señor de los señores. Nadie puede nos dar mejor orientación sobre lo que es bendición y lo que es maldición. No hallaremos nadie más calificado para informarnos lo que es bueno para alimentar nuestra vida espiritual y lo que es veneno destructor.

¿Cómo podremos saber si lo qué encontramos es realmente bueno? ¿Como tendremos certeza de que no estamos trillando caminos malosí El mejor a hacer es siempre presentar todo en el altar de Dios, buscar Sus consejos, seguir Sus orientaciones, ¡no arriesgar jamás!

Existen belladonas diseminadas por todo lugar. Si no estamos atentos podremos ser engañados. Tienen bella apariencia, muestran un aire inofensivo, y creemos que no ofrecen ningún peligro. Pero traen consigo el mal y la destrucción. Asi nos alimentemos con apenas un de sus frutos, podremos ver destruida una vida espiritual edificada por años de dedicación al Señor.

Cuando confiamos todos nuestros días al Señor, estamos seguros y no corremos el riesgo de envenenarnos con las belladonas del mundo.

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