Equivalencia Dinámica en la Palabra de Dios

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Se vuelven, pero no hacia lo alto, son como un arco engañoso. (Oseas 7:16 LBLA)

Alto – Básicamente existen dos escuelas de pensamiento sobre las traducciones. Una se llama traducción literal. Es un intento de trasladar un idioma a otro palabra por palabra. Con las traducciones literales, soy capaz de trabajar hacia atrás desde la palabra traducida hacia la palabra original. Al menos esa es la teoría.

En realidad, encontramos con frecuencia que en el castellano muchas palabras se utilizan para la misma palabra hebrea, lo cual dificulta la traducción en reversa. En una traducción literal fidedigna, cada palabra hebrea tendría una palabra equivalente en el castellano.

Claro que esto es realmente imposible pues muchas palabras hebreas tienen significados múltiples. No importa lo que hagamos, siempre debemos consultar el original para comprender el significado verdadero.

La segunda clase de traducción es la traducción de equivalencia dinámica. En este método, el idioma original se traduce en lo que significaría en el nuevo idioma. Las palabras del original no son tan importantes como sus significados expresados en el original. Así que cuando se utiliza equivalencia dinámica, encontramos con frecuencia que la traducción se coloca en estructuras lingüísticas contemporáneas familiares al lector.

Las palabras originales se pierden en algún lugar detrás de las traducciones en cuestión. La equivalencia dinámica es grandiosa para capturar las expresiones idiomáticas, pues una expresión idiomática es de hecho una expresión cultural relevante. Pero con frecuencia, la equivalencia dinámica esconde las suposiciones de los traductores. Así que, por ejemplo, cuando la NIV traduce sarx (carne) como “naturaleza pecaminosa,” la traducción importa una teología específica que no existe en el texto. Debe ser incorporada al texto.

La versión de la Biblia conocida como El Mensaje es probablemente el mejor ejemplo contemporáneo de una traducción pura de equivalencia dinámica. Es sencillamente imposible trabajar a la inversa de La versión El Mensaje para descubrir las palabras originales.

Claro que las traducciones literales también tienen sus problemas. Este verso de la NASB es el ejemplo perfecto. La palabra hebrea es “al”, una palabra que hemos aprendido funciona como preposición con amplio espectro de significados (recuerda “ningún bien fuera de Ti”).

Aquí la traducción palabra-por-palabra nos dice que la palabra original es al, pero no nos permite ver el significado metafórico. A fin de cuentas, ¿Qué en los cielos querrá decir Oseas con que no se vuelven hacia lo alto? Eso es absurdo. Probablemente Oseas utiliza una expresión idiomática que se pierde en la traducción original. Claro que en cuanto escarbamos a fondo en el texto original descubrimos que “al” también se utiliza como una apelación a Dios, propiamente, El Altísimo. Esto tiene toda la lógica del mundo pues la palabra “al” significa todo lo que está sobre, arriba, más allá.

Oseas nos dice que estas personas malvadas que rehúsan la oferta de redención de Dios cambian de dirección, pero no hacia El Altísimo.

¿Y cuál es el por qué de esta pequeña lección sobre una oscura preposición hebrea que puede también utilizarse como expresión idiomática? Porque frecuentemente recibo la misma pregunta, “¿Cuál es la mejor versión de la Biblia?” La respuesta es “Depende.” Debes saber cuál fue el método de traducción que usaron, y después debes hacer ajustes para las posibles consecuencias.

Ninguna Biblia captura todo los significados del texto original. Comienza allí, después trabaja hacia un lugar donde te sientas cómodo con ahondar más. No permitas que nadie te diga que un versículo en castellano o cualquier otro idioma traducido es el verdadero significado de la Escritura. Adquiere algunas herramientas de excavación y comienza a escarbar por ti mismo.

Dr. Skip Moen.

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