Reflexiones Diarias – Devuelta Mejor que antes

Devuelta Mejor que antes
«Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, Así clama por ti, oh Dios, el alma mía» (Salmos 42:1).
Sócrates tenía un empleado, de confianza, que al ver otras personas dando presentes a su maestro, vino a él, cierto día, y habló: «Me gustaría dar le presentes como otros lo hacen, pero, nada tengo a ofrecerle.  Quiero, entonces, darle mi propia vida».  Viendo que la oferta de su empleado era seria, Sócrates le dijo: «Yo acepto su oferta».  Después, empezó a promoverle hasta colocarlo como líder de todos los otros empleados.  Entonces, llamándolo a su presencia, habló:
«Yo ahora le devuelvo su vida, mejor de lo que la recibí».
¿hasta que punto nos hemos colocado a la disposición del Señor?  ¿Le hemos confiado la vida o apenas una parte de ella?  ¿Hemos Le dado lo mejor o apenas sobras de nuestro tiempo?
Muchas veces nos cuestionamos sobre bendiciones no recibidas.  La demora no será, quizá, por el Señor quiere, aún, enseñarnos algo?  ¿No estará faltando algo en nuestra relación con Él?  La bendición siempre está disponible, pero, Dios anhela que nosotros la recibamos y seamos verdaderamente felices cuando eso acontezca.
Como es maravilloso poder oír del Señor Jesus el comentario:
«Siervo bueno y fiel»!  Como es gratificante oír de otras personas: «Veo en su rostro un brillo especial que muestra que usted sirve a Dios».  Como sería estimulante si tuviésemos la certeza de que todos nuestros pasos y que todas las palabras que proferimos, engrandeciesen el nombre del nuestro Salvador.  Habría mucho más refrigerio en nuestros corazones y una motivación mucho mayor en todo cuanto hacemos.
Devuelta Mejor que antes

«Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, Así clama por ti, oh Dios, el alma mía» (Salmos 42:1).

Sócrates tenía un empleado, de confianza, que al ver otras personas dando presentes a su maestro, vino a él, cierto día, y habló: «Me gustaría dar le presentes como otros lo hacen, pero, nada tengo a ofrecerle.  Quiero, entonces, darle mi propia vida».  Viendo que la oferta de su empleado era seria, Sócrates le dijo: «Yo acepto su oferta».  Después, empezó a promoverle hasta colocarlo como líder de todos los otros empleados.  Entonces, llamándolo a su presencia, habló:

«Yo ahora le devuelvo su vida, mejor de lo que la recibí».

¿hasta que punto nos hemos colocado a la disposición del Señor?  ¿Le hemos confiado la vida o apenas una parte de ella?  ¿Hemos Le dado lo mejor o apenas sobras de nuestro tiempo?

Muchas veces nos cuestionamos sobre bendiciones no recibidas.  La demora no será, quizá, por el Señor quiere, aún, enseñarnos algo?  ¿No estará faltando algo en nuestra relación con Él?  La bendición siempre está disponible, pero, Dios anhela que nosotros la recibamos y seamos verdaderamente felices cuando eso acontezca.

Como es maravilloso poder oír del Señor Jesus el comentario:

«Siervo bueno y fiel»!  Como es gratificante oír de otras personas: «Veo en su rostro un brillo especial que muestra que usted sirve a Dios».  Como sería estimulante si tuviésemos la certeza de que todos nuestros pasos y que todas las palabras que proferimos, engrandeciesen el nombre del nuestro Salvador.  Habría mucho más refrigerio en nuestros corazones y una motivación mucho mayor en todo cuanto hacemos.

Dios da presentes y riquezas espirituales a todos que se ofrecen, con sinceridad, a Él.  Bueno sería si fuese real, en nuestras vidas, lo que cantamos en un viejo himno: «Mía vida yo entrego a Dios; pues su hijo Él entregó por mí.  No importa donde sea, seguiré a mi Señor; sobre tierra o mar, donde Dios me mandare, iré.»
reflexiones-socrates-y-su-siervo
Devuelta Mejor que antes

«Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, Así clama por ti, oh Dios, el alma mía» (Salmos 42:1).
Sócrates tenía un empleado, de confianza, que al ver otras personas dando presentes a su maestro, vino a él, cierto día, y habló: «Me gustaría dar le presentes como otros lo hacen, pero, nada tengo a ofrecerle.  Quiero, entonces, darle mi propia vida».  Viendo que la oferta de su empleado era seria, Sócrates le dijo: «Yo acepto su oferta«.  Después, empezó a promoverle hasta colocarlo como líder de todos los otros empleados.  Entonces, llamándolo a su presencia, habló:
«Yo ahora le devuelvo su vida, mejor de lo que la recibí».
¿hasta que punto nos hemos colocado a la disposición del Señor?  ¿Le hemos confiado la vida o apenas una parte de ella?  ¿Hemos Le dado lo mejor o apenas sobras de nuestro tiempo?
Muchas veces nos cuestionamos sobre bendiciones no recibidas.  La demora no será, quizá, por el Señor quiere, aún, enseñarnos algo?  ¿No estará faltando algo en nuestra relación con Él?  La bendición siempre está disponible, pero, Dios anhela que nosotros la recibamos y seamos verdaderamente felices cuando eso acontezca.
Como es maravilloso poder oír del Señor Jesús el comentario:
«Siervo bueno y fiel»! Como es gratificante oír de otras personas: «Veo en su rostro un brillo especial que muestra que usted sirve a Dios».  Como sería estimulante si tuviésemos la certeza de que todos nuestros pasos y que todas las palabras que proferimos, engrandeciesen el nombre del nuestro Salvador.  Habría mucho más refrigerio en nuestros corazones y una motivación mucho mayor en todo cuanto hacemos.
Dios da presentes y riquezas espirituales a todos que se ofrecen, con sinceridad, a Él.  Bueno sería si fuese real, en nuestras vidas, lo que cantamos en un viejo himno: «Mía vida yo entrego a Dios; pues su hijo Él entregó por mí.  No importa donde sea, seguiré a mi Señor; sobre tierra o mar, donde Dios me mandare, iré.»

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí