John Osteen – Que hacer cuando nada parece dar resultado – Parte 1

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John Osteen – Que hacer cuando nada parece dar resultado – Parte 1

¿Cuántos de ustedes se han encontrado en un estado tal que han sentido el deseo de decir «parece que nada resulta»?

Si hubo alguna ocasión en que los discípulos, así como cualquiera otra persona necesitada, hubieran podido decir «nada parece dar resultado», se encuentra en la siguiente Escritura: «Cuando llegaron al gentío, vino a él un hombre que se arrodilló delante de él, diciendo: Señor, ten misericordia de mi hijo, que es lunático, y padece muchísimo; porque muchas veces cae en el fuego, y muchas en el agua. Y lo he traído a tus discípulos, pero no le han podido sanar. Respondiendo Jesús, dijo: ¡Oh generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo he de estar con vosotrosí ¿Hasta cuándo os he de soportar? Traédmelo acá. Y reprendió Jesús al demonio, el cual salió del muchacho, y éste quedó sano desde aquella hora. Viniendo entonces los discípulos a Jesús, aparte, dijeron: ¿Por qué nosotros no pudimos echarlo fuera? Jesús les dijo: Por vuestra poca fe; porque de cierto os digo, que si tuviereis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: Pásate de aquí allá, y se pasará; y nada os será imposible.» (Mateo 17:14-20).

Aquí tenemos el caso de un hombre que tiene una gran necesidad, su hijo es epiléptico, está poseído por un demonio, enfermo, y sufre toda clase de convulsiones. Este hombre lleva a su hijo a los mejores liberadores evangélicos de la época para que lo liberen: A los seguidores de Jesús, que recibieron su entrenamiento directamente, bajo el ministerio de Jesús. Si vas a llevar a alguien para que quede curado, tu deseo sería llevarlo a lo mejor, alguien como los discípulos que estaban cerca de Jesús.

Ese hombre llevó a su hijo a nueve de los discípulos (tres de los doce se encontraban en una misión de oración con Jesús en el Monte de la Transfiguración). Aquellos discípulos reprendieron al diablo y echaban fuera a los demonios. Tal vez sacudieron al joven hasta que estuvo a punto de sufrir otra convulsión. Hicieron todo lo que pudieron, y todos fallaron. Cada uno, probablemente, tomó su turno con el joven, y desplegó todo el conocimiento que poseía.

¿Has tenido la experiencia de encontrarte alguna vez en un valle cuando todos los demás parecen estar en la cima de la montaña? ¿Que tu enfermedad se dilataba, que nada daba resultado?

Permíteme decirte que siempre hay esperanza cuando estás angustiado.

David, el salmista, dijo, «Alzaré mis ojos a los montes; ¿de dónde vendrá mi socorro? Mi socorro viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra» (Salmo 121:1).

Si elevas la vista y miras, hay Alguien que baja de la montaña ¡Su nombre es Jesús!

Su rostro todavía resplandece a medida que baja de la montaña. Cuando llega a la escena, todo fracaso, toda enfermedad y todo demonio desaparecen. ¡Todo lo que tenemos que hacer es traer a Jesús a la escena!

Jesús es la Palabra viva. Tenemos la Palabra escrita, y El es esa Palabra personificada, que nos dice por medio de Juan, «Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad»(Juan 1:14).

Si podemos activar la Palabra de Dios en medio de nuestros fracasos, entonces podemos encontrar la ayuda de Dios.

Jesús vino a este valle y le preguntó al hombre lo que deseaba de los discípulos. El hombre le contó acerca de su hijo. Le dijo a Jesús que los discípulos no habían sido capaces de ayudar a su hijo. Jesús le dijo que le trajera al niño. «Y reprendió Jesús al demonio, el cual salió del muchacho, y éste quedó sano desde aquella hora»(Mateo17:18).

Este hombre encontró su respuesta en el Señor Jesús. El trajo la Palabra viva a su situación concreta. ¡Jesús es maravilloso!

Necesitamos predicar sobre Jesús. Esta generación necesita ver a Jesús. Si tan sólo pudiéramos permitir que la humanidad doliente, llorosa, moribunda, vislumbrara a Jesús, que es el mismo siempre, y que tiene el poder de darnos lo que necesitemos, las personas correrían a buscarlo. Correrían a El porque El todavía es el maravilloso Hijo de Dios como leemos en la Biblia.

«Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos» (Hebreos13:8).

Necesitamos saber qué hacer cuando nos encontremos en el valle.

. . .continuará

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