Reflexiones Cristianas Bíblicas – Unas Pocas Viejas Señoras

Reflexiones Cristianas Bíblicas – Unas Pocas Viejas Señoras

«Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres» (Mateo 5:13).

William Willimon, profesor de Teología, recuerda cuando un amigo visitó la Unión Soviética, en los años 1970. Al regresar, anunció que la iglesia por detrás de la Cortina de Hierro era «sin relevancia porque solo tenía pocas viejas señoras». Dr. Willimon escribe: «Mirando ahora para detrás, después de la ruina del comunismo, las dificultades de reconstrucción de la Unión Soviética después de un largo período de falencia espiritual, espero que mi amigo diga:

‘gracias a Dios por las pocas viejas señoras’. Su existencia producía una reconvención política, visible y continuada, para los Soviéticos.»

Cuando Cristo dijo a sus discípulos: «Sois la sal de la tierra», estaba mostrando la importancia de la presencia de los cristianos en este mundo. Como embajadores de los Cielos, tenemos el propósito de transformar las tiniebla en luz, la maldad en bondad, el odio en amor, la desesperanza en fe verdadera y firme.

Quizá pensemos: «Somos pocos, debiles, sin relevancia, pero, eso no es verdad. Somos el pueblo escogido de Dios, tenemos la gracia que viene de lo alto, la fuerza de nuestro Señor Jesus Cristo. Como el pequeño y joven David, podemos vencer los gigantes de la deshonestidad, de la corrupción, de la mentira, de la incredulidad. Somos más que vencedores y, seguros en las manos de Dios, engrandeceremos el nombre de Jesus.

Así como aquellas pocas viejas señoras fueron fieles y dedicadas al Señor, necesitamos colocarnos en la presencia de Dios con humildad y obediencia. Él cuenta con nuestro trabajo, con nuestras oraciones, con nuestra disposición de construir un mundo mucho mejor, lleno de paz y alegría, donde las tempestades espirituales cedan lugar a los rayos benditos de sol.

Como aquellas pocas viejas señoras, seamos sal para éste mundo, tornándolo agradable y apacible.

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