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Devocional Para La Semana Santa: En Medio de la Tormenta

Semana Santa – Un devocional En Medio de la Tormenta

¡Maestro!- gritaron- ¿No te importa que nos ahoguemos? El se levantó, reprendió al viento y ordenó al mar:
-¡Silencio! ¡Cálmate!

El viento se calmó y todo quedó completamente tranquilo.
-¿Por qué tienen tanto miedo?

-¿Todavía no tienen fe?- Ellos estaban espantados y se decían unos a otros: ¿Quién es éste, que hasta el viento y el mar le obedecen? Marcos 4:39-41.

Mi padre gustaba mucho del mar, ibamos seguidos a la playa durante los veranos y con mis siete hermanos varones fue fácil aprender a nadar, casi sin ningún cuidado nos tiraban a mis dos hermanitas y a mi a las olas diciendo -¡vamos muevan los brazos, corten las olas, ellas no les ganarán!

Nunca le tuve miedo a las olas, seguía con admiración a mis hermanotes por todos lados y trataba de imitarlos cuando se introducían «hasta el fondo» para buscar el lado más tranquilo del agua.

Si con eso no bastara, recuerdo un día especial, nos llevaron al puerto del Callao, habían botes pequeños que llevaban de paseo a turistas hasta llegar a la Isla del Frontón, mi padre preguntó ¿quién quiere ir? Todos los siete hombrasos gritaron al unísono:

¡YO!, luego nos miró a las tres chiquitas, yo miré al inmenso mar, no habían otras damas, no habían pelotas playeras ni siquiera un perro corriendo por la playa, sólo un inmenso mar, oscuro, con tinieblas y casi, casi en medio de la niebla unos barcotes inmensos. Mi hermano Josué gritó : -Papá ¡vamos hasta donde están los submarinos de guerra!- -Si- dijo David, -¡Hasta el fondo del mar, donde se mete el sol!.

Mis hermanitas menores me miraban, harían lo que yo dijera, total era la mayor de las tres. Miré a papá, tan alto, fuerte, mi héroe, el predicador de la Iglesia, el que predicaba de no temer en la tormenta y como sus ojos me miraban con amor le dije: ¡Si voy!, inmediatamente las otras dos respondieron igual: ¡vamos todos!.

Ay que fuertes son las tormentas de la vida, las olas se alzan con una fuerza tal que pareciera que quiere desaparecernos sin dejar rastro de nosotros.

Mi manito esta prendida de mi padre cuando llegamos a la zona de los submarinos, el bote se movía mucho, a pesar que nos pusieron unas bolsas como impermeables, yo sentía que estaba totalmente mojada por el vaiven del bote y los remos. Pero no recuerdo haber sentido terror o inseguridad, la fuerte mano de mi Padre me brindaba algo más que confianza.

He vuelto al mar ya casada con mi esposo, entramos a la zona de los lobos de mar y recordé esta etapa de mi vida en el Oceano Pacífico.

Pero ¡que extraño! esta vez si saboree la inseguridad, casi pánico cuando la lancha se extravió en medio de la niebla y tuvimos que esperar que otra nave nos rescatara, pensé, ¿dónde esta la mano fuerte de mi papá?.

Los acontecimientos que turban al creyente son como olas que azotan y hasta ahogan cortando la esperanza y la paz, es justo el momento para que tomes la mano fuerte del Padre y ores:

«Haz callar el mar Señor, grita fuerte que se calme, tu me has prometido que no seré probada más de lo que puedo soportar. Tu eres mi refugio en medio de la tormenta, el capitán que llevará la nave a buen puerto. Tú eres mi Señor».

Amén

Escrito por: Martha Bardales

3 COMENTARIOS

  1. son de gran bendicion los devocinales y quiero enviarlos amis amigos y hermanos en cristo

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