DEVOCIONALES CRISTIANOS – OPORTUNIDAD

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«Les aseguro que en cualquier parte del mundo donde se predique este evangelio, se contará también, en memoria de esta mujer, lo que ella hizo.» Mateo 26:13

Dicen que la oportunidad es una bella mujer con un mechón de pelo en la frente pero pelada en la nuca. Solo podés atraparla cuando está viniendo. Una vez que pasó, ya no tenés de donde agarrarla y se va. Si alguna vez te pasó esto, sabés muy bien lo que se siente cuando perdiste una buena oportunidad. Esa vez que dijiste que no a un buen trabajo y después lo lamentaste. O esa vez que la chica que te gustaba te tiraba onda, te hiciste la estrella y nunca más te volvió a dirigir la palabra. Oportunidades perdidas que en su momento no supiste aprovechar.

Jesucristo estaba comiendo en la casa de Simón, uno que había sido leproso y que Cristo había sanado. Estaban en Betania, cerca de Jerusalén, apenas seis días antes de la crucifixión del Señor. Obviamente nadie sabía esto, solo Cristo. La cena se desarrollaba con cordialidad y comodidad. Estaba los discípulos, Jesucristo, Simón y algunos más. Y en medio de la cena una mujer se acerca a Cristo y rompe un frasco de perfume muy caro en la cabeza del Señor. No dijo ni una palabra, no pidió permiso. Sabía que Cristo estaba cenando en lo de Simón y aprovechó su oportunidad.

Nunca explicó por que hizo lo que hizo, ni que la había llevado a tomar esa decisión. No se justificó ni se defendió cuando los discípulos la atacaban. Ella solo tenía ojos para su Maestro. Ella quería honrarlo de alguna manera, decirle gracias, demostrarle cuanto lo amaba. Y encontró su oportunidad. Ella no lo sabía pero era la última vez en toda la eternidad, que Jesucristo iba a estar en Betania. Y no la dejó escapar.

El perfume que derramó era un ungüento especial cuyo aroma se mantenía durante una semana. Por eso, Cristo aclara que su ungimiento lo había hecho (anticipadamente) para su sepultura. Era una costumbre judía ungir con perfume a los muertos y ella se había anticipado.

Por eso Jesucristo hace esta mención. No importó su nombre, ni su historia, ni sus motivos, pero desde aquel día hasta ahora, se sigue recordando lo que esa mujer hizo porque supo aprovechar su oportunidad.

REFLEXIÓN – Dejate de mirar las nucas, aprovechá lo que viene.

Un gran abrazo y bendiciones

Dany

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