Mensajes Cristianos – Dormidos

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«Cuando volvió, los encontró dormidos otra vez, porque se les cerraban los ojos de sueño. No sabían qué decirle.» Marcos 14:40 (NVI)

Los eventos del huerto más famoso de la historia son tristes y educativos. Desde que tengo memoria, se ha criticado a los discípulos del Señor Jesús por haberse dormido mientras el Maestro luchaba solo contra el miedo a subir a la cruz. Ni el grupito de los más íntimos logro mantenerse despierto. La realidad es que aquellos hombres que habían acompañado a Cristo durante su ministerio terrenal tenían una posibilidad única en la historia de la eternidad. ¡Podían haber consolado a Dios!

Sin embargo, el peso del sueño les cerró los ojos. Es muy duro tratar de mantenerse despierto. Yo tengo el sueño muy fácil, y puedo dormirme parado en el tren mientras viajo. Suele pasarme a la noche cuando estamos charlando con Miriam en la cama, que me quedo dormido sin darme cuenta. Los ojos pesan, el pensamiento se enturbia y nos vamos de la realidad.

Así estaban Jacobo, Juan y Pedro. Tres hombres cansados y dormidos. Cuando Jesucristo aparece en escena y les pregunta que estaba pasando, no tuvieron respuesta. Si la situación hubiera sido en otro marco, seguramente estos tres hombres hubieran improvisado alguna respuesta o excusa para justificarse. Es lo que yo hubiera hecho. Pero frente a Dios, las excusas quedan destrozas. No se puede mentirle al Dios eterno. Él sabe lo que estaban pensando, por que se habían dormido, y cuan lejos estaban.

Su pregunta fue meramete retórica, pero alcanzó para ponerlos en su lugar. Ellos sabían que le estaban fallando al Maestro, pero se quedaron dormidos. Cristo los despierta una vez y vuelven a dormirse. Cuando les pregunta de nuevo porque estaban dormidos, ya no quedaban explicaciones. Frente a la falta evidente no hay excusas delante de Dios. Entre ellos hubieran dicho muchas razones pero frente a Cristo no pudieron decir nada.

Y lo que censuramos de ellos es lo que usualmente hacemos nosotros. Entre nosotros, nos excusamos de cualquier manera frente a nuestras faltas, y como nunca nos enfrentamos al mismísimo Dios, seguimos argumentando nuestros pecados. Pero un día vamos a estar, como los discípulos, frente a Jesucristo. Y seguramente, al igual que ellos, vamos a guardar un vergonzoso silencio frente a su pregunta.

No pierdas más tiempo. Hoy podés comenzar a escribir otra historia.

REFLEXIÓN — ¡Que Dios no te agarre dormido!

Un gran abrazo y bendiciones

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