DEVOCIONAL DIARIO – UNA ANECDOTA Y UN LLAMADO

Devocional Cristiano – Una anécdota y un llamado

«Hagan lo que hagan, trabajen de buena gana, como para el Señor y no como para nadie en este mundo, conscientes de que el Señor los recompensará con la herencia. Ustedes sirven a Cristo el Señor. Colosenses 3:23-25

Estaba sentada esperando el tren que nos llevaría de retorno a la ciudad del Cuzco, eran casi las 11:00 de la noche y poco a poco la estación empezó a llenarse de decenas de turistas de todas partes y de todos los idiomas, todos estaban exhaustos después de su visita a la maravilla del mundo: Machu Picchu. Yo era una turista más, agradecida con Dios por permitirme ver al lado de mi familia tantas maravillas, de pronto ingresaron una fila de pequeños niños, todos ellos arropados con frazadas de diversos colores, eran criaturitas lindas, con sus mejillas rojitas y sus gorros o chullos de lana de oveja o alpaca, buscaron donde sentarse, pero ya todos los asientos estaban copados por viajeros extranjeros, así que sin problemas se acomodaron a descansar en el suelo.

Mis hijas vieron la escena y una por una se fue a tomar un mate para olvidar el mal de altura y dejaron tres asientos vacíos a mi lado, inmediatamente cuatro hermosas niñas vinieron aceptando el guiño de invitación que les hice para acompañarme. Para mí eran criaturitas que tendrían a mí parecer, siete u ocho años, pero luego la profesora de ellos me corrigió, eran adolescentes de 11 y 12 años en su viaje de promoción; venían de un poblado de Puno y según me siguió explicando la tutora eran pequeñitas de tamaño por la mala alimentación.

¿Mala alimentación? ¿Cómo puede ser posible con tan hermosos huertos, extensos valles, cerros tan admirables, plenos de fecunda vegetación? Ya no quise que la tutora me respondiera, así que comencé mi diálogo con mi Perú profundo, estas pequeñitas tenían ganas de conversar, ¡Y yo de saber!
En sólo media hora me enteré por las voces de tres pequeñas peruanas, cuál es la condición de miles y miles de ciudadanos nuestros que no viven en Lima, pero que viven en nuestro Perú y sin nosotros enterarnos están viviendo una realidad que debe obligarnos a orar, pero orar con fervor.

«No comemos lo que siembran nuestros padres porque eso es para ser vendido en la capital, nosotros comemos solo papa», «En nuestro pueblo las mujeres no se casan, sólo si tienes hijos ya estas casada», «Yo quiero ser policía cuando sea grande, pero no se si podré serlo porque tengo que ayudar a cultivar la tierra», «Si nosotros creemos en la Pachamama (dios de la tierra) y también los Apus (dioses de las montañas) ellos son los que nos protegen»

Hablar con estas niñitas me hizo recordar cuando tenía diecinueve añitos y entré al Seminario Bautista, mi corazón latía por mi País, anhelaba visitar cada provincia de mi Perú, llevando el evangelio de salvación; pero Dios tuvo otros planes para mí, he predicado el evangelio, pero cuánto tiempo he invertido en tener feliz a ovejas con problemas que si bien es cierto son mis motivos oración, se hacen tan diminutos cuando veo la otra gran necesidad que late en niñitos de las provincias que cada vez están más lejos de Dios.

«Hagan lo que hagan, trabajen de buena gana, como para el Señor y no como para nadie en este mundo, conscientes de que el Señor los recompensará con la herencia. Ustedes sirven a Cristo el Señor.

Dios me ha permitido ver otra vez la necesidad de mi gente, me ha tocado la voluntad que ahora me dice, hagas lo que hagas, hazlo de buena gana como para darme el honor a mí, tú me sirves a mí, no a los hombres.
Mis amados hermanos, hacemos mal cuando nos olvidamos del verdadero sentir que tuvo Cristo Jesús que dejó todo para darse por amor, perdemos mucho tiempo pensando en jactancias, perdemos el rumbo escuchando rumores y chismes, traicionamos a Dios y a su Iglesia cuando nos volvemos desleales con el verdadero propósito de la salvación.

«En efecto, mi propósito ha sido predicar el evangelio donde Cristo no sea conocido, para no edificar sobre fundamento ajeno. Más bien, como está escrito: Los que nunca habían recibido noticia de él, lo verán; y entenderán los que no habían oído hablar de él. Romanos 15:19-21.

Prediquemos a Jesucristo, dejemos de perder el tiempo en rivalidades y divisiones sin sentido, busquemos la unidad en la oración.

Con amor,

Martha Vílchez de Bardales

1 COMENTARIO

  1. Querida Martha:

    Muchas gracias por tus devocionales, siempre son inspiradores.
    Nuestro Padre Celestial te siga bendiciendo!
    Saludos desde México.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí