Reflexiones – Para Siempre
«De parte mía es puesta ordenanza, que en todo el señorío de mi reino todos teman y tiemblen de la presencia del Dios de Daniel, porque él es el Dios iviente y permanente por todos los siglos, y su Reino que no se deshará, su señorío hasta el fin» (Daniel 6:26).
Walter Winchell era un periodista famoso durante la Segunda Guerra Mundial. Cierta vez, durante una semana particularmente tenebrosa, el porteo de Singapur cayó en las manos de los japoneses. Winchell concluyó su noticiero con la siguiente sentencia: «Singapur cayó, pero la Roca de los Siglos permanece.» (Paul Powell)
Sí, el Señor de los señores permanece. Permanece en el corazón de aquéllos que reconocen Su sacrificio, permanece de brazos abiertos para auxiliar a todos que, angustiados, lo buscan en la esperanza de ser benditos y tienen las vidas transformadas, permanece junto a Sus discípulos, ungiéndolos y dirigiéndolos para que alumbren el mundo y proporcionen a los perdidos la oportunidad de una nueva vida, abundante y eterna.
La Roca de los Siglos permanece derramando su paz y Su amor para todos que, sin ánimo y fuerzas, se postran, derrotados, desalentados, sin esperanza y sin porvenir. Él permanece a pesar del pecado que se alastra por el mundo. Él permanece el mismo delante de la indiferencia de aquéllos que le dieron la espalda. Permanece aún que muchos le nieguen más veces que Pedro, antes del gallo cantar. Él permanece porque ama a todos., tanto buenos como malos, tanto Santos como pecadores. Permanece y permanecerá hasta que se cumplan los tiempos y la iglesia santa y remida sea arrebatada para vivir, con Él, para siempre.
El Señor permanece y los que en él confían también permanecerán. Cuando esta vida pasajera se acaba, el Señor llevará a sus hijos para estar con Él en las mansiones eternas.
¿El Señor permanecido en su corazón? ¿Cree que permanecerá con él por todo el eternidad?
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Los que confían en Jehová son como el monte de Sión que no se mueve sino que permanece para siempre. Jehová siempre permanece, Él siempre está ahí, Él es fiel y siempre permanecerá. Para que nosotros podamos vivir eternamente con Él es vital que permitamos que Él permanezca en nuestros corazones y agradarle todos los días de nuestra vida.