Dios es tu Nabuzaradán en este año 2011

Dios es tu Nabuzaradán para toda situación

«La palabra del Señor vino a Jeremías después de que Nabuzaradán, el comandante de la guardia, lo había dejado libre en Ramá. Allí lo había encontrado Nabuzaradán preso y encadenado, entre todos los cautivos de Judá y Jerusalén que eran deportados a Babilonia.» Jeremías 40:1

La deportación ya era un hecho. Finalmente los pocos que habían sobrevivido al sitio de Jerusalén eran exiliados en Babilonia. La larga fila de prisioneros sucios, famélicos, golpeados y derrotados era un cuadro aterrador. Había en común algo que los igualaba a todos. La suciedad, el hambre, la mirada sin esperanza y las cadenas. No había individualidades, eran una gran masa de esclavos deportados. Entre todos ellos, estaba el profeta Jeremías. Tal vez el último hombre fiel a Dios que quedaba en Judá.

Y a pesar de su fidelidad a Dios y de haber advertido de este final durante largo tiempo, Dios no lo preservó del sitio, ni del hambre, ni del dolor, ni de las cadenas. Había padecido el sitio como todos los demás, y ahora estaba en la fila de la muerte. Caminando con paso agotado a un final incierto. Parecía que Dios se había olvidado de Jeremías y que no podía distinguir al profeta entre tantos prisioneros iguales.

Pero solo parecía. En un momento, apareció en su potente caballo Nabuzaradán, el comandante de la guardia. Su uniforme relucía al sol, su voz era recia y temida. A su paso, todos los prisioneros bajaban su cabeza de respeto y de miedo. El comandante avanzaba lentamente mirando con detenimiento a cada uno de los presos. Hasta que finalmente su mirada se detuvo en un hombre cansado: Jeremías, dijo con firmeza.

El profeta avanzó con cuidado hasta donde las cadenas se lo permitieron, y fue rodado por soldados babilónicos. No esperaba buenas noticias. Por lo general estos llamados con nombre y apellido tenían un solo y trágico final. Pero para sorpresa de todos los que llegaron a escuchar, el comandante de la guardia le dijo: Tengo la orden de dejarte en libertad, puedes elegir ser llevado con honores a Babilonia o quedarte en Judá. Tu decisión será respetada.

Jeremías estaba encadenado en la fila de esclavos. Y Dios lo rescató de entre la miseria y el horror. Le cambió las cadenas que lo apresaban por la libertad de elegir ir donde quisiera, con el cuidado del rey de Babilonia. Dios hoy te ofrece la misma libertad.

REFLEXIÓN — Dios es tu Nabuzaradán.

1 COMENTARIO

  1. Gracias por el mensaje de esperanza que hay en esta reflexión, pues no importa lo dificil de las situaciones…Dios es quien preserve nuestra vida

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