Debo: ¿Olvidar o No Olvidar?

Tengo que ¿Olvidar o No Olvidará

Siempre que comienza un año nuevo, muchos de nosotros quizás nos hemos confrontado con la pregunta si es o no saludable «olvidar o no olvidar» los acontecimientos que nos han ocurrido en el pasado.

Un pastor que es parte de mi círculo de amistades de Facebook puso el tema a consideración no con el fin de crear un debate o una controversia, sino con el propósito de que otras personas expresaran su opinión.

Me pareció interesante notar que el 99% de aquellos que participaron con sus comentarios, incluyendo al pastor que tomó la iniciativa de presentar la interrogante; básicamente concluyeron sus aportes diciendo: «pasado, pisado» y «borrón y cuenta nueva», aunque debo aclarar que ninguno de ellos usó las expresiones específicamente como las he escrito.

Hasta el momento de escribir este artículo, y una semana después de haberse abierto el intercambio de opiniones, solamente un servidor y otro varón nos ubicamos en la otra cara de la moneda.

Y como lo he hecho en otras oportunidades, no es mi intención persuadir a nadie a ponerse de mi parte, sino por el contrario abrir una ventana a la reflexión y expresar que en las Sagradas Escrituras existe un balance respecto a la temática de: «olvidar o no olvidar».

Presiento que algunos de Ustedes están esforzando sus cuerdas vocales para recordarme a la distancia lo que escribió Pablo en su carta a los Filipenses: «OLVIDANDO ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta…» (3:13,14)

¡Preciosas palabras del siervo de Jesucristo! ¡Yo mismo las he usado en predicaciones exhortativas a un cambio de vida o en mensajes de inicios de un año nuevo!

Pero, ¿quiso enseñarnos el Apóstol Pablo que él estaba dentro del grupo «pasado, pisado» y «borrón y cuenta nueva»? ¡De ninguna manera y se los voy a comprobar!

En el libro Hechos de los Apóstoles encontramos tres relatos de la conversión de Saulo de Tarso, el primero de ellos escrito por Lucas el autor del libro (capítulo 9); pero los otros dos fueron compartidos por el mismo Pablo (capítulos 22 y 26).

Pablo nunca se «olvidó» de aquel día que yendo camino a Damasco, tuvo aquel encuentro fulminante con Jesús que cambió radicalmente la historia de su vida.

¿Todavía no lo he convencido que hay un pasado que no deberíamos «olvidar»?

Entonces, le presento una evidencia más de Pablo:

«Doy gracias al que me fortaleció, a Cristo Jesús nuestro Señor, porque me tuvo por fiel, poniéndome en el ministerio; habiendo yo sido antes blasfemo, perseguidor e injuriador; mas fui recibido a misericordia porque lo hice por ignorancia, en incredulidad» (1 Timoteo 1:12,13)

Todos los verbos usados por Pablo están conjugados en tiempo pasado y hay dos cosas muy claras en el mensaje que Pablo intentó comunicarle a su discípulo Timoteo. La primera es que Pablo nunca se «olvidó» de quién era él antes de conocer a Jesús y la segunda de que fue Jesús que lo puso en la obra del ministerio.

Mi oración es que Sergio Andrés tampoco se «olvide» de cómo era su vida sin Jesús y de que tampoco merece estar en el ministerio si no fuera por Su gracia y por Su misericordia.
(Continuará)

Autor: Sergio A. Perelli

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí