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«Ahora bien, ¿cuál de los dos lo amará másí Supongo que aquel a quien más le perdonó, contestó Simón. Has juzgado bien, le dijo Jesús.» Lucas 7:43

Juampi empieza el tercer grado y Connie comienza el jardín. Eso provocó que salgamos a buscar los útiles, uniformes y mochilas para el inicio de clase. Cuando terminamos, ambos estaban excitados y felices. Querían comenzar las clases para estrenar todo lo que habíamos comprado. Y permanentemente decían: «Gracias Ma por la mochila, gracias por la remera, gracias por los útiles». Y a mi se me estrujaba el corazón cada vez que lo hacían.

Emociona ver la sencillez de un niño agradecido. Teníamos la obligación de comprarles los útiles y el uniforme; pero ellos lo valoraban como un regalo especial y se sensibilizaban por ello.

Jesucristo estaba comiendo en la casa de Simón, un fariseo. Y mientras comían, una mujer que era prostituta se acercó hasta donde estaban comiendo y comenzó a regar los pies de Cristo con sus lágrimas, y los enjugaba con sus cabellos. Antes no había zapatos, se usaban sandalias. En consecuencia, los pies se ensuciaban mucho de tierra. ¿Cuánto hay que llorar para lavar dos pies embarradosí ¿Cómo le habrá quedado el cabello después de secarlosí

Simón había preparado la comida y había sido correcto. Pero no demostró la cortesía habitual al lavarle a Cristo los pies. Era una costumbre oriental básica, pero el anfitrión lo había pasado por alto. No hubo reclamos por parte de Jesucristo, Él nunca reclama. Pero hizo notar esta gran verdad.

La mujer tenía una muy mala vida, su profesión era abiertamente un pecado que ofendía a Dios. Sin embargo, agradecida por el perdón recibido, no sabía como demostrarlo. Y lo hizo como pudo. Agradecía mucho porque sabía que había pecado mucho.

Simón se creía muy justo por ser fariseo, pero también era un gran pecador, aunque pensaba que con la comida alcanzaba para satisfacer a Dios. Lejos de demostrar amor, simplemente intentó cumplir. Se consideraba una buena persona y no tenía demasiado por lo que pedir perdón. En consecuencia no agradecía tanto, ni mostraba tanta emoción.

La actitud de Juampi y de Connie me hizo recordar la gratitud de esta mujer. Y me hizo replantear como es mi gratitud con Dios, como me considero, que tan bueno o pecador me creo. Hoy Dios nos llama a amarle más, porque nos perdonó mucho.

REFLEXIÓN — Que tu agradecimiento sea proporcional al perdón recibido.

Un gran abrazo y bendiciones

Dany

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