Pregunta: «¿Es bíblica la adoración a los santos y a María?»

¿Es bíblica la adoración a los santos y a María?

Pregunta: «¿Es bíblica la adoración a los santos y a María?»

Respuesta: La Biblia es absolutamente clara en que solo debemos adorar a Dios. Las únicos casos en que alguien más que Dios recibe adoración en la Biblia es cuando se trata de falsos dioses, los cuales son Satanás y sus demonios. Todos los seguidores de Dios el Señor, rechazan la adoración. Pedro y los apóstoles se negaron a ser adorados (Hechos 10:25-26; 14:13-14). Los santos ángeles se negaron a ser adorados (Apocalipsis 19:10; 22:9). La respuesta es siempre la misma, “¡Adora a Dios!”

Los Católicos Romanos intentan “desviar” estos claros principios Escriturales, diciendo que ellos no “adoran” a María y a los santos, sino que más bien ellos solo “veneran” a María y a los santos. El usar una palabra diferente no cambia la esencia de lo que se ha estado haciendo. Una definición de “venerar” es “respetar en sumo grado o dar culto” En ningún lugar en la Biblia se nos dice que rindamos culto alguien, sino solo a Dios. No hay nada de malo en respetar a aquellos cristianos fieles que se han ido antes que nosotros (ver Hebreos capítulo 11). No hay nada malo con honrar a María como la madre terrenal de Jesús. La Biblia describe a María como “muy favorecida” por Dios (Lucas 1:28). Al mismo tiempo, no hay instrucción en la Biblia de reverenciar a aquellos que se han ido al cielo. Debemos seguir su ejemplo, si, ¡pero no adorarlos, reverenciarlos, o rendirles culto, no!

Cuando son forzados a admitir que en realidad ellos adoran a María, los católicos argumentarán que ellos adoran a Dios a través de ella, al adorar la maravillosa creación que Dios ha hecho. María, en sus mentes, es la más hermosa y maravillosa creación de Dios, y al alabarla ellos están alabando a su Creador. Para los católicos, esto es análogo a dirigir alabanzas a un artista al alabar su escultura o pintura. El problema con esto, es que Dios explícitamente prohíbe ser adorado a través de las cosas creadas. No debemos inclinarnos y adorar a ninguna cosa que esté arriba en los cielos ni abajo en la tierra (Éxodo 20:4-5). Romanos 1:25 no puede ser más claro: “ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos. Amén.” Si, Dios ha creado cosas increíbles y maravillosas. Sí, María fue una buena mujer que es digna de nuestro respeto. No, absolutamente no debemos adorar a Dios “vicariamente” alabando las cosas (o la gente) que Él ha creado. El hacerlo es obviamente idolatría.

La mayor manera en que los católicos “veneran” a María y los santos, es rezándoles. Como la siguiente declaración lo demuestra, el orar a alguien más que a Dios. “Es anti-bíblico orar a los santos y a María. Ya sea que se ore directamente a María o a los santos; o que se les hagan peticiones como mediadores; ninguna de estas prácticas es bíblica”. El orar es un acto de adoración. Cuando oramos a Dios, estamos reconociendo que necesitamos Su ayuda. Al dirigir nuestras oraciones alguien más que no sea Dios, le estamos robando la gloria que solo le pertenece a Él.

Otra manera en que los católicos “veneran” a María y a los santos, es creando estatuas e imágenes de ellos. Muchos católicos usan las imágenes de María o de los santos como “amuletos de la suerte”. Cualquier lectura superficial de la Biblia, revelará que esta práctica es un claro acto de idolatría (Éxodo 20:4-6; 1 Corintios 12:12; 1 Juan 5:21) El frotar las cuentas del rosario es idolatría. Prender velas o veladoras ante una estatua o imagen de un santo o de María, es idolatría. El enterrar una estatua de José con la esperanza de vender tu casa (y un sinnúmero más de prácticas católicas), es idolatría.

La terminología no es lo importante. Ya sea que la práctica sea descrita como “adoración” o “veneración”, o cualquier otro término, el problema es el mismo. Cada vez que atribuimos a alguien más algo que pertenece a Dios, es idolatría. En ninguna parte de la Biblia se nos enseña a reverenciar, orar, depender, o “adorar” a alguien que no sea Dios. Debemos adorar solamente a Dios. La gloria, la alabanza y la honra pertenecen a Dios solamente. Solo Dios es merecedor de “… la gloria y la honra y el poder…” (Apocalipsis 4:11). Solo Dios es merecedor de recibir nuestra reverencia, adoración y alabanza (Nehemías 9:6; Apocalipsis 15:4).

2 COMENTARIOS

  1. Solo te vamos a responder 1 vez, los siguiente comentarios serán automáticamente excluidos. Lutero fue un fraile católico agustino engañado por la falsa doctrina de la Iglesia Católica. Por lo tanto era de comprender que sus primeros escritos fueran de este tipo: Sin luz y revelación de la palabra de Dios, al punto tal de llamar a María «Madre de Dios»

    Anexo lo siguiente: Los creyentes cristianos honran a María la madre de Jesús. Y reconocen su lugar, al igual que a cualquiera de los hombres y mujeres grandes en la fe que aparecen en la Biblia. Pero siguiendo la voluntad de Dios biblicamente no la adoramos ni «veneramos» ni se le reconoce como la madre de Dios; porque Dios el creador no tiene madre sino el mismo creo a Maria como a nosotros y tampoco ella es inmaculada, eso es un dogma originado en 1950; tampoco es co-redentora, ella no murio por nuestros pecados ni los cargo encima.

    Mil Bendiciones!

    La respetamos y valoramos pero ella es humana como nosotros y ella necesito tambien del redentor Jesucristo.

    Dios no queria que la endiosaramos porque si usted lee en el Nuevo Testamento, ella casi no es mencionada. En la doctrina biblica que Dios le revelo a los apostoles Pablo, Juan y Pedro nunca fue mencionada. si ella tuviera ese titulo seria una falta de respeto que estos Apostoles no la mencionaran ni siquiera en las salutaciones.

  2. RESALTA QUE LUTERO SE REFIERE A MARÍA COMO LA DULCE MADRE DE DIOS. PALABRAS DE MARTÍN LUTERO: «Bien, pues esto mismo es lo que hace la dulce madre de Dios: por el ejemplo de su experiencia y por medio de su palabra nos dice la forma en que se tiene que reconocer, amar y alabar a Dios. El hecho de que aquí se gloríe con alegre y exultante espíritu de gozo y alabe a Dios por haberse dignado mirarla, a pesar de su insignificancia y de su nada, nos obliga a creer que sus padres fueron pobres, menospreciados, de baja condición. Tratemos de imaginarnos esto en gracia a los sencillos: es indudable que tanto en Jerusalén, como en otras muchas ciudades, los sacerdotes encumbrados y los consejeros tenían hijas ricas, encantadoras, jóvenes, instruidas, honorables y consideradas por todo el país (como sucede en nuestros días con las hijas de los reyes, de los príncipes y de la gente acaudalada). Incluso en Nazaret, su ciudad, no era ella la hija de los dirigentes superiores, sino la de un ciudadano corriente y pobre, en la que nadie se había fijado y que no llamaba la atención. Entre sus vecinos y los jóvenes se la veía sólo como una simple muchacha encargada del ganado y de la casa, indudablemente igual a una criada doméstica de ahora que hace las tareas que se le ordena.» ¿!sorprendido!?

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