Los Cristianos y La Insatisfacción de Israel

Los Cristianos y La Insatisfacción de Israel

«Al populacho que iba con ellos le vino un apetito voraz. Y también los israelitas volvieron a llorar, y dijeron: ¡Quién nos diera carne! ¡Cómo echamos de menos el pescado que comíamos gratis en Egipto! ¡También comíamos pepinos y melones, y puerros, cebollas y ajos! Pero ahora, tenemos reseca la garganta; ¡y no vemos nada que no sea este maná»! Números 11:4-6 (NVI)

Israel había salido de la esclavitud de Egipto. Después de 400 años de esclavitud, un pueblo de más de 2 millones de personas, comenzó a caminar por el desierto en busca de su tierra prometida. El desierto no es un lugar muy agradable para estar. Porque hace demasiado calor, porque no hay agua, y porque no hay donde conseguir alimentos.

Por ello Dios cada mañana les daba maná. Era como una especie de pan, que la Biblia llama pan de nobles. Era un milagro de Dios que había crecer de la nada un alimento balanceado con todos los minerales y nutrientes necesarios para el desarrollo humano, en un lugar donde no crecía nada.

Pero era lo único que ellos comían. No había otra dieta. Comían mana cada día, todos los días, y no había otra opción. Y después de varios meses de mana, la situación comenzó a hacerte complicada. Los extranjeros o el populacho comenzaron a quejarse. Se habían cansado del maná, tanto pan les había resecado la garganta, estaban saturados. Y por eso querían volver a Egipto para comer ajos y melones.

Anhelaban el lugar que habían dejado hacía unos meses por la comida gratis que tenían, y por la variedad de opciones que podían disfrutar. Pero se olvidaron que cuando comían esa comida ellos era esclavos, trabajaban hasta morir, sufrían el castigo egipcio por no alcanzar la producción exigida y que quisieron escaparse de ese sitio de tormento.

La insatisfacción tiene mala memoria. Nos hace olvidar de las cosas que sufrimos y solo nos recuerda las ventajas que teníamos. Nos impide disfrutar de todas las cosas que tenemos y nos angustia por no disponer de alguna que nos falta. Solo mira la mitad del vaso vacío pero nunca disfruta la mitad del vaso lleno.

Ellos no disfrutaban del mana. Se quejaban por no tener ajos. ¡Contá las bendiciones que Dios te da, y no te quejes por las que faltan! Que la insatisfacción no te haga volver a la esclavitud de tu otra vida.

REFLEXIÓN – No vivas en la insatisfacción.

Un gran abrazo y bendiciones

Dany

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